domingo, 7 de marzo de 2010

...como si estuviera ahi...

Todo este tiempo creí que nada podría tocarme, que sería inquebrantable si me exiliaba a mi misma podría proteger a todos aquellos que son valiosos para mí del potente acido que me consume por dentro. Así creé grandes muros entre todos aquellos que me rodeaban y mi monstruoso ser, los hice tan altos que ningún muro en la historia se atrevería a desafiarme, para esto me negué muchas risas, me prive de varias alegrías y me entregue al dolor desesperanzador; todo con tal de que mis hermanos no tuvieran que padecer aquello .
Fue en vano, no pude encerrar toda la desgracias tras los muros con migo y cuando el dolor les llego a ellos, fue más devastador que todos los tormentos juntos, el saber que ellos sufrían habría mi carne, hacia que sangraran mis heridas, el acido se me derramara de los ojos y lo que sea que tengo en lugar del corazón, y que lleva tantos años bombeando veneno por los agujero en mi carne que simulan las venas, se encogiera preparándose para una implosión más fuerte que la que mi pecho podría soportar.
No puedo deducir por que la inexistencia de mi alma, tal vez se asfixio en el veneno que la cubría, tal vez murió de hambre en un habiente tan ostial, tal vez jamás llego o tal vez la repartí entre quienes se ganaron mi aprecio. La experiencia me ha mostrado que el dolor es una carga que llega mejor cuando se carga sola, que puedo decir, después de todo, después de la construcción y la caída de los muros, después del dolor y la paz, después de la amputación de mi alma, aun duele…como si estuviera ahí…