domingo, 26 de febrero de 2012

caballo

Eduardo estaba cansado, había pasado todo el día leyendo sobre diversas mitologías para sus exámenes, y la Cristiana le había tomado mas tiempo del que imaginó. Se acostó cerca de la media noche con los ojos cansados y rojos.

En su mente se arremolinaba la imagen de Pan, el fauno que luego fue transformado en la imagen del demonio cristiano. Soñaba que esta en el bosque y la bestia le perseguía con sus cascos sonando al chocar con cada roca del camino. Por un segundo escucho la risa macabra de la criatura resonando en cada árbol hueco del bosque.

Se despertó en medio de un sudor frio, observo un momento su ventana y puedo ver la cabeza de un caballo asomada por su ventana; el animal parpadeo y se alejó. Eduardo se dispuso a seguir durmiendo cuando recordó que su habitación estaba en tercer piso.

lunes, 20 de febrero de 2012

Noche

Se despertó en la mitad de la noche, con sangre en el rostro y las sabanas rasgadas por el gran cuchillo oxidado. Se limpio el sudor de la frente y busco en la oscuridad alguna figura que pudiera estar espiándolo.

Lejos, al otro lado de la habitación, sentada en una vieja mecedora movida por el viento pudo ver el cadáver de la anciana, dueña de la casa donde dormía, mirándolo con sus ojos blancos, su cuello degollado y el vestido  con el que la había enterrado lleno de tierra.

domingo, 12 de febrero de 2012

Monstruos


El viento recorría el jardín moviendo  las hojas que habían caído en la tarde. La luna se ocultaba tras una cortina de nubes y los perro del vecindario descansaban de ladrarle todo el día a las ardillas de los arboles.

Alberto se movía con sigilo entre las muchas calles de la ciudad, con cuidado de no patear latas o despertar a los gatos que dormían en los tejados. Tras 45 minutos de caminata llego a la casa de los Gonzales y de su pequeña hija de 6 años.

Se coló con extremado cuidado en sótano de la casa y subió las escaleras de madera un escalón cada cinco minutos, tratando de no hacerlos sonar. Se adentro a la cocina, de donde extrajo una bolsa de basura, un cuchillo y un par de guantes de goma. Localizo fácilmente la habitación de la pequeña; olía a perfume,  cobijas calientes y al siempre agradable olor de la infancia.

Se posiciono frente a la cama de la pequeña, que dormía y respiraba lentamente con el cabello largo dispersado por toda la almohada. Se colocó los guantes de goma y se regodeo de las imágenes que se formaban en su mente retorcida.

Se dispuso a tomar a la pequeña cuando algo le tiro del pantalón; supuso que algún cachorro trataba de jugar con él. Así que decidió tomarlo e integrarlo a su morboso juego; se inclino para observar debajo de la cama cuando recordó que no había visto ningún plato o cama para un perro. Entornó los ojos para observar bajo la cama.

Una cara sonriente lo observaba desde las sombras, con grandes ojos negros que ocupaban la mitad del rostro, unas orejas tan grandes como la propia cabeza y una larga y brillante hilera de dientes desiguales se asomaba entre varios juguetes.

Dos manos con diferentes numero de dedos en cada una, tomaron la cabeza aterrada de Alberto y lo introdujeron a la oscuridad de debajo de la cama.

Mientras los gritos del pedófilo se ahogaban en el interior de la boca del monstruo de debajo de la cama; arriba la niña de 6 años se daba la vuelta, ya sin miedo; pues el monstruo de debajo de la cama la había protegido nuevamente de los monstruos de la superficie.  

miércoles, 8 de febrero de 2012

El hombre más alegre del mundo.


¿Qué le espera a un alma cuando sabe que jamás será feliz? Se preguntó el hombre sentado en la costosa, pero oscura sala. “La muerte” ; la respuesta resonó en toda la habitación para luego desaparecer sin ningún eco que la disolviera.

El hombre sorbió una única gota de su bebida y regresó a la charla con la habitación vacía. “Pero soy feliz, rio con mis amigos, hago sonreír a los extraños he logrado cuanto me he propuesto en la vida, he sido un hombre de éxito envidiado por muchos y admirado por todos”.

La habitación oscura guardo silencio. “Mira mi hogar: tengo una mujer que me ama con cada fibra de su ser, un hijo del cual soy su héroe y unos padres que no paran de jactarse de mis proezas. La habitación oscura guardo silencio.

El hombre en su desesperación y dolor gritó: “Soy la causa de la felicidad de todos lo que me conocen”. La  habitación oscura susurro: eres la persona mas alegre del mundo; pero jamás serás una persona feliz.

El hombre le sonrió a la habitación oscura y se cortó con las muñecas. No pudo soportar ser el hombre mas alegre del mundo.

El orgullo.


Sus hermanos habían partido, o habían sido desechados de la tierra de leche y miel, su padre se veía tan triste como nunca. Él era el elegido, debía serlo. De otro modo su padre jamás le habría permitido quedarse.

Era el hijo favorito, la razón de la creación de su padre, la luz de sus ojos y el único destinado a remplazarlo cuando el dolor y la angustia consumieran a su padre.

Una sonrisa retorcida le dividió el rostro a la mitad; él era más grande que su padre: a él no le había afectado la partida de sus hermanos.

Se sentó en el trono de su padre, y por un breve segundo pudo ver la majestuosidad de la creación, la grandeza de la gloria y el infinito poder que yacía a sus pies. Él era el dueño legítimo de todo.
Pero al segundo siguiente, con la más fría revelación: la mirada desgarrada de su padre.; se dio cuenta que nada era suyo, que no era el elegido para nada y que su padre ya no lo amaba.

Se fue, azotando la puerta, con la mirada gacha y el corazón herido. Se iba para ser el Dios de sus hermanos, que con gusto y tranquilidad lo adoraron. Todos juntos de nuevo, a conspirar contra su padre viejo y cansado.




                                              imagen tomada de escalofrios.com

domingo, 5 de febrero de 2012

La envidia.



Su hogar se hallaba vacío.  Sus hermanos habían partido y su padre pasaba la mayoría del tiempo solo, y si acaso se dejaba ver era para mostrar una mirada melancólica llena de dolor y tristeza.

Ya aborrecía eso,  sentía que era prisionero de  su padre y de ese lugar. Sus hermanos eran libres y felices, y sobre todo no tenían que tolerar la depresión de su padre. Era obvio a él le habían dejado los trabajos mas duros mientras sus hermanos, a los que su padre amaba estaban libre descifrando el resto del mundo.

No lo toleraría, no sería más el hijo ignorado. En mitad de uno de sus comunes ataques de rabia se presento ante su padre sin llamar a la puerta y sembrando  una daga en su pecho le dijo que se iba.

Su padre no salió a despedirle. No le dio su bendición. No lo maldijo, ni siquiera le dirigió la mirada; sólo palmoteaba la cabeza del único de sus hijos que aun deseaba acompañarle.