sábado, 11 de mayo de 2013

Thanatos

Era un hombre pálido y alto, con ojeras de antifaz de petroleo. Vestía de un elegante esmoquin negro como el hollín y unos brillantes zapatos de charol. Tenía el cabello largo hasta los hombros y blanco como el hueso, en su mano izquierda iba un bastón de ébano al que le ardía la punta con una leve llama azul . Emergió de un oscuro callejón y se adentro en el viejo cementerio hasta llegar a su centro exacto.

Levanto su bastón y golpeó el suelo, al hacer contacto con la tierra húmeda la llamada del bastón cambio de color a un amarillo intenso y subió hasta acariciar delicadamente sus manos. El hombre desapareció entre los oscuros mausoleos, mientras Efrain, el viejo sepulturero despertaba en su casucha al escuchar como se escarbaba la tierra, se abrían las criptas y el nauseabundo olor de los cadáveres en descomposición llenaba el aire.