domingo, 30 de noviembre de 2014

Día 299: Examen.


La mañana se entibiaba lentamente, casi de manera imperceptible. La luz del sol se extendía desde todos los confines del cielo, como si no hubiese un astro rey y la emisión proviniera de cada centímetro de bóveda celestial. Algunos hombres corrían en cámara lenta con grandes perros que se agitaban al paso constante y firme de la carrera, las mujeres abrían las ventanas para dejar entrar la mañana a las casas antes de regresar a dormir. La calle se llenaba lentamente de automóviles brillantes que cruzaban perezosos las calles vacías y silenciosas mientras pequeñas bandadas de pájaros desgarraban el cielo despejado. El día era perfecto para dormir o jugar en el parque; es una lástima que sea día de examen.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Día 298: Prohibida.




Hacía mucho que la naturaleza humana había tomado un camino que nadie pudo predecir: muchas de las emociones clásicas, como tristeza y alegría se habían extinguido. Arrancados para siempre del espíritu humano por burocracia y la política como precio de la paz.
Las emociones, volubles e impredecibles hacían de las comunidades conflictivas e infelices. Con un estado de ánimo unánime y universal, la paz y el bienestar se habían garantizado a lo largo y ancho del planeta. Pronto, cualquier emoción volátil y espontanea quedó prohibida del reportorio de expresiones naturales.
En un mundo plano sólo existe una salida que evita la explosión de la comunidad utópica formada: una vez al año, las personas se reunían a plantar semillas que daban lugar a formidables bosques, cuyos arboles adoptaban expresiones en sus cortezas similares a llantos secos y carcajadas silenciosas.  

viernes, 28 de noviembre de 2014

Día 297: Podrías


Durante el breve tiempo que estuvimos juntos, me di cuenta que tú, todo lo podrías:
Mi amor tú lo podrías
Mis sueños, tú los podrías
Mi fe en mi misma, tú la podrías
Todas aquellas proyecciones a mi lado, las podrías.
Los lazos con mis amigos, tú los podrías
El apoyo de mis padres, lo podrías.
El problema con nosotros, es tú todo lo podrías.
Me parecía difícil de creer, nadie podía extenderse de esa manera.
Tener tanto impacto en una vida y cambiarla para siempre en tan poco tiempo.

El problema es que tú todo lo podrías. Del verbo podrir. 

Día 296: Lapida.


Era un mármol más reluciente que el más fino de los espejos, como una película de agua que corría tan lentamente que era difícil ver como goteaba en el piso. Resaltados a contra luz, en una ligera diagonal apenas perceptible estaba su nombre escrito en relieve con una impecable letra cursiva dibujada en un solo trazo.
En un color dorado se marcaba su fecha de nacimiento, un lunes si mal no recordaba y en un color azul verdoso –había explícitamente que ese color marcara su último día en la tierra –la fecha de su muerte: un miércoles.

Pasó su dedo sobre el borde pulido: se sentía como terciopelo frio y húmedo. La luz de un lejano farol extendía una dobra larga y delgada que se difuminaba entre los árboles que tapaban la luz de la luna naciente, una serenata de grillos flotaba a su alrededor mientras observaba curiosa la reluciente lapida que parecía producir luz propia. Jamás creyó que esa enfermedad de verdad pudiera matarla. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Día 296: Río.




Era una gran vena palpitante que se abría paso desde las entrañas de la montaña, delgados casquetes de hielo se formaban en el nacimiento y se diluían lentamente conforme bajaba la corriente. Arremolinado en algunos lugares produciendo un sonido similar al rugido de un león; calmo en otros, como una manta estática que cubría el lecho distorsionado al paso de la luz.
El rio avanzaba rasgando la tierra, creando grietas que la vegetación rodeaba en su sed de vida, creando un leve murmullo que marcaba el compás del canto de las aves que acudían a beber su agua fría y pura.
El rio se abrió pasó centímetro a centímetro, en una incesante marcha hacia el mar, sin importar cuanto le tomara, el rio seguía firme su camino con la esperanza del olor a sal y el horizonte ininterrumpido que se extendía hasta el infinito. A su paso por la gran llanura, el rio se encontró con una conjunto humano, que uso su fuerza, su potencia y su fertilidad para regar sus cultivos, satisfacer a sus bestias y movilizar su maquinaria.
Fue cuestión de tiempo antes que el caudaloso rio se debilitara, perdiera su transparencia y su caudal se redujera a un delgado hilo que se atascaba entre la tierra húmeda. Eventualmente, y tras mucho esfuerzo, el rio pudo cumplir sus sueño: una de sus gotas logró tocar el océano.

martes, 25 de noviembre de 2014

Día 295: Cementerio.




Las paredes se extendías más allá del cielo, rasgándole y perforando a las nubes que se deshilachaban al contacto con el cemento, estaban forradas con una gruesa capa de vegetación que impedía escalarlo. El sol se colaba entre las ramas dándole un extraño tono verdoso al aire, como si todo estuviera recubierto de un fresco musgo.
Lo que había detrás de toda aquella muralla era un misterio, todos parecían haber perdido el interés en ver lo que había del otro lado. Pero Jhan hervía de curiosidad: se dedicaba a recorrer los límites con la esperanza de encontrar una sección con la vegetación debilitada y tras 18 meses, la encontró.
Jhan asomo la cabeza  por lo que parecía ser una verja: del otro lado misteriosas criaturas con el cuerpo recubierto por extraños materiales de todos los colores y texturas. De piel hinchada y escurrida que parecía brillar en un aire blanco; caminaban en una posición extraña, como si su cuerpo estuviese relleno de acero: siempre erectos y con pasos largos.
Jhan se asustó y regresó a casa lo más rápido que pudo, con la esperanza que las extrañas criaturas no lo hubieran visto. Definitivamente era mejor permanecer al interior del cementerio.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Día 294: Cafetería.




El sonido del acordeón se deslizaba melancólico por el aire, mientras lentamente, alguien dejaba sus manos danzar por un piano. En una melodía tan simple como majestuosa se envolvía la cafetería, bajo un sol abrazador que freía la tierra bajo los pies. Desde una pared cercana caía una gota fría que se evaporaba al tocar el suelo dejando tras de sí una columna de aire que se elevaba lentamente, apenas visible a contra luz.
La melodía cambio un poco, se hizo más alegre y las manos danzaron sobre el piano más rápidamente, un violín se entrometió en la sinfonía como el aire caliente que llenaba la pequeña cafetería. Algunas conversaciones se llevaban a cabo de manera discreta, oculta por los rostros casi inexpresivos de los participantes y delatada por el eco susurrante que se mezclaba con la música de fondo, como si una multitud canturreara la canción desde la distancia. Así mientras todo se mecía en la tibia mañana, como agua lista para bullir; ella sólo tenía los sentidos puestos en el momento en que él atravesara la puerta.