El
cielo se había elevado mas de la habitual sobre la faz de la tierra, casi
desapareciendo de la vista humana. La lluvia había iniciado de manera repentina
emergiendo como nubes similares a globos de agua que habían sido desgarradas
con un cuchillo. La ciudad estaba bajo una catarata; algunos se habían
despertado súbitamente por el intenso golpeteo sobre sus techos, otros se habían
acomodado mejor en sus camas y algunos más observaban la tormenta desde sus escondrijos
oscuros. Un relámpago golpeó el centro de la ciudad y casi de inmediato el
sonido del trueno descendió pesado como un mazo que golpea un yunque aplastando
el silencio que lo recubre.
Joel
despertó con el fogonazo producto del clima; después de meses de ahorrar para
su modesto apartamento de soltero no quería arriesgarse a perder sus electrodomésticos
por la tormenta eléctrica. Su mente cansada le decía que los reguladores de energía
de cada aparato los mantendrían a salvo, disparando los brakes de la energía en su casa con la más mínima subida de voltaje;
pero no quiso arriesgarse. Se sentó pesadamente al borde la cama y trato de
disipar la capa de sueño que cubría su rostro frotándoselo con las manos.
Dudó
un segundo al borde la sala: era un gran agujero sin ningún contenido mas que
las sombras; al tocar el interruptor los muebles, el cielo raso y el suelo se materializaron
ante sus ojos. Desconectó su televisor, el equipo de sonido, su consola y dvd.
En la concina desenchufó el microondas y dudo brevemente si también debía
desconectar la nevera; finalmente decidió hacerlo, de todas maneras adentro
sólo habían una botella de agua y sobras de su cena.
Ya
listo para regresar a su cuarto, dio una última mirada a la habitación, todo parecía
acurrucarse ante la insistente lluvia. Cuando estaba a punto de apagar la luz
un ruido seco llamó su atención: algo había golpeado contra el cristal de su balcón
que daba a la calle principal. Joel se giró esperando ver algún murciélago perdido
en medio de la tormenta, sin embargo justo fuera de su ventana había un enorme
gusano blanco de casi un metro de largo retorciéndose adherido al vidrio
mediante doce ventosas púrpura. En lo que parecía ser la cabeza del animal un par de ojos rojos
brillantes examinaban el interior del cuarto con curiosidad mientras un par de
antenas peludas exploraban el vidrio en busca de alguna apertura.
Atemorizado,
Joel apagó la luz, con la esperanza de desinteresar a la criatura, como quien
apaga una lámpara para alejar a las polillas. La oscuridad devoró a Joel en
medio del cuarto mientras la lluvia y las ventosas continuaban rugiendo fuera
de la ventana.
La
tormenta pasó la historia como una de las más fuertes de los últimos 20 años,
colapsando autopistas, desbordando ríos y
derrumbando viejos edificios consumidos por el moho. Sin embargo todos los
destrozos pasaron desapercibidos en las noticias locales, cuando se dio de la
información de un apartamento en el centro de la ciudad, el cual fue encontrado
cubierto de una extraña pelusa blanca creciendo a través de los muebles y las
paredes. En el cuarto principal yacía el cuerpo descompuesto de un hombre
muerte que albergaba en su vientre cientos de pequeños huevecillos traslucidos que
dejaban ver pequeñas larvas blancas con ventosas purpuras creciendo en su interior.