domingo, 23 de diciembre de 2012

El Diario.


Son de esas cosas que uno cree que nunca le van a pasar, porque las cosas malas le pasan a la gente mala; según dicen. Pero la aparición del diario, en un viejo ático, que en alguna oportunidad tuve la oportunidad de limpiar; marcó el inicio de innumerables pavores en mi vida.

“Lo que voy a relatar debe ser conocido como legado, pues estas letras son, probablemente, las ultimas que han de provenir de mi ser. El año, poco importa, pues los horrores que me aquejas superaran la inquebrantable barrera del tiempo.
Todo comenzó, en la casa de mi suegro, un hombre gordo y bigotón de mal humor, que iba a la iglesia en memoria de su difunta esposa. Su hija, por otro lado, era una joven de amplias coderas y estrecha cintura, con pechos firmes y labios carnosos (no sólo hablando de su boca, disculpara usted lector estas insinuaciones, pero esta es la mujer que me dio los mas maravillosos años de mi vida). Ella reía y jugaba al sol del verano, me invitaba a danzar entre los arboles del jardín  durante el día y recorría mi cuerpo curiosa en innumerables contorsiones que satisfacían mi hombría. Elena, se llamaba. Elena susurrará el viento en las noches largas. Elena, llora mi corazón en sus últimas horas” Escritura ilegible.

“Se acercaba el invierno, nuestro primer invierno y su padre se ausento para llorar a la madre de mi amada. Ella insistió que no debíamos vernos, no sólo por la ausencia de su padre, sino por que ella también quería llorar la muerte de su madre. Pero, que débil es el alma, y corrompida es la carne antes la tentación; deje pasar los primeros tres días, pero no soporte su ausencia y me dirigí a escondidas a su casa.

La puerta cerrada se hallaba, así que me acerque a su ventana desde atrás de la casa y con una vieja escalera pude asomarme a su cama, la que tantas veces compartimos.”

Líneas de vacilación

“Sobre la cama estaba Elena, mi amada Elena, desnuda. Pero sobre ella se encontraba un ser de aspecto repulsivo: Era delgado como un suspiro. Tenía una cabeza alargada como de caballo, pero terminaba en un delgado pico. Sus brazos estaban invertidos, obligando al inmundo ser a caminar sobre sus codos, lo que debían ser sus manos eran sólo una navaja si dedos ni uñas. Su tórax se interrumpía en una larga cola terminada en un largo aguijón, sobre su espalda se exponían siete pares de alas, similares a las de los múrcielos, se superponían unas a otras creando una larga capa que cubría la criaturita calva. No tenía patas traseras y no parecía tener orejas o nariz.

El terror me hizo caer hacia atrás y correr despavorido. La criatura lanzo grito aterrador, similar a un gato herido; para que un hombre pudiera hacer tal sonido tendría que hacer gárgaras con cuchillas de afeitar. Me precipite por las largas calles escuchando el batir de alas y los gritos de la criatura de tras de mi.

Llegue a mi hogar y me refugie en el ático. La criatura resuena, ahora mismo, batiendo sus alas y obligando a la madera a ceder bajo su peso, para alcanzarme. En medio de mi terror, tomo este cuaderno para narrar los últimos minutos de mi existencia. La existencia, nombre o relación que la criatura guarda con Elena, es un misterio para mí. Pero en medio de mi pánico sólo puedo recordar que la familia de Elena apareció en el pueblo cuando su madre fue acusada de colaborar con el demonio y quemada como toda bruja.” Escritura ilegible de nuevo.

Ha entrado, lo oigo arrastrando su cola en el ático. Oh, Elena, te amo, pero presiento que iremos a lugares muy diferentes” Escritura ilegible “Te amo” Escritura ilegible.

Manchas de sangre.

Cuando termine de leer el diario, un escalofrió me recorrió la espalda, así que saque el encendedor de mi bolsillo y cuando la llama estuvo por probar el papel, a lo lejos, parecía que un hombre que había hecho gárgaras con cuchillas de afeitar gritara.

                                                           Imagen tomada de Escalofrios. com 

lunes, 17 de diciembre de 2012

Microcuentos de Terror 2


“Si no puedes ganar, empata” Y se corto el cuello para que los vampiros no pudieran beber su sangre.
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Se sintió calmado cuando el medico inyecto la anestesia, pero el horror regreso cuando dos hombres de negro lo sacaron del hospital por la puerta de atrás.
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La casa se quemo en su totalidad, excepto por el cuarto de atrás, el del nuevo bebe. La pareja se salvo, por que regresaban de practicarse una aborto.
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Laura se sintió tranquila al ver por la ventana y mirar sólo los duendes del jardín. Pero cuando el ruido de alguien que golpea el cristal se vio ignorado al recordar que ella no tenía duendes de jardín.
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Le encantaba la navidad, todo el mundo ofrecía comida y los desamparados encontraban lugar para dormir. La viejecilla miraba cálidamente la masa del pastel con vidrio roto adentro.
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Recién salían del cine cuando un aullido rompió la noche, entonces Patricia empujo a esteban al callejos y lo degolló. Se le había olvidado que hoy le tocaba llevar la comida a la manada.
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Y el demonio esperaba en la cima del volcán, no se atrevía a salir. Le temía demasiado a la crueldad humana.
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Franco admiraba los ojos verdes de su amada, uno se desvió un a la izquierda, pero él le dio un golpecito al frasco con formol y ambos ojos cayeron al fondo del tarro.
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Cuando estaban por quemar a la bruja, ella grito al cielo palabras que nadie entendía, excepto  el Padre Alfredo, que se santiguo de inmediato. La bruja había llamado a sus hermanas.
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Bajo la casa, en el oscuro y húmedo sótano de las escaleras de madera que crujen al pisarse, estaba el adicto, o lo que quedaba de él, en medio de un mar de ratas.
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El payaso trato de quitarse el maquillaje, pero sus labios continuaban rojos, suspiro impaciente; la sangre de los niños es siempre difícil de quitar.    

sábado, 10 de noviembre de 2012

MONUMENTO


Rafael era una persona cruel y no se lamentaba de reconocerlo, desde su infancia se intereso en la muerte; especialmente en la cruel y dolorosa. Se recordaba echándoles sal a los gusanos, quemando hormiguero o echando ranas al agua hirviendo. Cuando creció un poco también lo hicieron sus victimas: apedreando pajarillos, amarrando rocas a los gatos para echarlos al rio y en una ocasión particularmente memorable prendiendo fuego a un galpón con 500 gallinas.

Finalmente se hizo adolescente y su perversa curiosidad alcanzo un nuevo nivel: el hambre. Compró y adoptó al menos una docena de gatos con el propósito de averiguar cuanto tardarían en morir de hambre. Pero los gatos son inteligentes, y tras unas dos semanas huían, encontraban la manera de roer sus cadenas, o se volvían tan flacos que sencillamente salían entre los barrotes de las jaulas.
Esta frustración sólo hacia que su cruel mente maquinara peores destinos para los próximos visitantes de su casa del dolor. Se mudó a una casa alejada en mitad del campo, sin muchas ventanas y sólo una puerta de entrada y salida. Tendría todo el control sobre su nuevo huésped.

En uno de sus viajes al pueblo más cercano vio lo que una vez fuera el hombre más rico del pueblo y su perro de extraña raza. El hombre había caído en desgracia y ahora sólo lo acompañaba el gran perro. La cara de Rafael se ilumino de inmediato, le ofreció una suma considerable de dinero al hombre por el perro y le dio su palabra de encargarse de él. El hombre rico no tenía más opción, besó a su fiel compañero en la cabeza y le susurro algo al oído. “Se llama Monumento” dijo el hombre antes de perderse en la multitud. El perro, era grande como un becerro y debía pesar casi lo mismo, tenía patas largas y pesuñas anchas como platos, un hocico largo, de pelaje gris oscuro y con orejas erguidas que se movían al más mínimo sonido. Era exactamente lo que Rafael necesitaba. La condición del perro le garantizaba largos y numerosos días de hambruna para el animal.

Ya en la casa, el animal se paseaba por los largos pasillos, olfateaba cada puerta y rasguñaba el piso en búsqueda de comida. Para el día 8 lanzaba aterradores aullidos, y se mostraba ansioso, arrastraba su plato de agua en busca de comida y comía pequeños insectos que se arrastraban por los rincones de la casa. Rafael no cabía en si de la dicha, la angustia del animal le llenaba de regocijo. En el día 17, Rafael no sabia que esperar, ningún animal había llegado tan lejos, y el tamaño del perro le impedía escapar. En lo que a él concernía, sólo tenia que esperar el final que llevaba esperando.

 Pero esa noche un bramido, y una respiración caliente y húmeda, irrumpieron en su sueño. Al abrir los ojos se encontró con la mirada brillante del perro y una centelleante hilera de colmillos que brillaban a la luz de la luna. El miedo lo impulsó lejos de la cama, donde el perro sujetaba y desgarraba la almohada en la que segundos antes reposaba su cabeza. El perro lo persiguió fuera de la habitación, con sus largas uñas chocando contra el piso de madera, los aullidos agudos y la mirada enloquecida por el hambre. Rafael cerro con fuerza la puerta de la cocina pero el cuerpo del animal descolgó la puerta de su marco y en un salto espectacular cerro la única salida de Rafael, por lo que no tubo mas opciones que encerrarse en el armario de las escobas. Mientras el animal bufaba y rasguñaba la puerta de metal, Rafael no tenía más opción que esperar que se cansara antes de poder salir.

Llego la mañana y de nuevo llego la noche, cuando creía que el animal se había ido y entre abría la puerta, su hocico se asomaba mostrando el fino conjunto de navajas bañadas en saliva. Los días pasaron, el perro montaba su inagotable guardia a la espera  que el único habitante de la casa saliera y Rafael esperaba que la bestia peluda terminara muriendo de hambre. Pero para su horror, en el día 4 de encierro escuchó al perro desgarrar una caja de cereal y romper un cartón de leche, pasó lo que parecieron mil años mientras el perro lamia y masticaba su comida.

Pasado un mes desde su último arribo al pueblo, un habitante llego a su casa para ofrecerle un gato, ya que se había hecho a la fama de rescatar animales. Pero lo que el pueblerino encontró fue aterrador, un perro grande como un becerro y que debía pesar casi lo mismo, con patas largas y pesuñas anchas como platos, un hocico largo, de pelaje gris oscuro y con orejas erguidas que se movían al más mínimo sonido se hallaba echado, atento enfrente  de un armario de escobas del cual provenía un hedor pútrido.

La policía hizo el levantamiento del cadáver de un hombre flaco, pálido, con la mirada enloquecida, que al parecer había estado comiendo parte de sus dedos y el interior de sus mejillas. Advertidos sobre la presencia del enorme perro, buscaron sus armas y emprendieron la búsqueda pero fue imposible hallarlo; se había desvanecido en aire. 

El dictamen oficial fue que el hombre escondido en el armario de escobas paso 12 días encerrado, bebiendo su propia orina y comiendo partes de su cuerpo antes de morir de hambre. En cuanto a Monumento,  bueno, aun se cuentan historias en el pueblo de un viejo rico que cayó en desgracia cuando el perro cazador traído de las montañas rusas, siguió una orden dada en susurro al oído “Mátalos de hambre” y encerró a la familia de su amo en una habitación.

Así que ya sabes, si vez a un viejo harapiento y a su perro  de raza extraña, aléjate. No sea que el anciano le susurre algo al oído a su perro.


viernes, 19 de octubre de 2012

Durmiendo.


Estaba cansado, le dolía el vientre y sentía los ojos secos; la luz fluorescente  del recinto hacia que le palpitara la cabeza. Busco a tientas la sabana, pero no la encontró, así que se levanto desnudo de la cama y recorrió la habitación hasta que la encontró doblada en un asiento. Se la llevo con él y se recostó de nuevo, tapándose todo el cuerpo con la esperanza de poder volver a dormir.

Cuando el forense entró a la habitación se sorprendió al borde del infarto; podría jurar que había dejado descubierto el cadáver.  

Diario de un monstruo


Cuando ingresas a una casa, lo último que quieres es que te escuchen. Pero a mi me encanta que me escuchen deslizándome en la oscuridad con mis garras húmedas y mi cola larga que mueve asientos y cierra y abre puertas. Adoro meterme en los armarios y dejar que mis ojos brillantes se vean desde la cama de los dueños de la casa. Cuando hago sonar unas viejas escaleras de madera o tiro de las sabanas de alguien y este despierta preguntando “¿Quién está allí?” trato de contener la risa, pero a veces no puedo.

También paso la noche jugueteando con el cabello de las niñas y pasando la cola enfrente del hocico de los perros para que despierten a todo el barrio. Así es como paso la noche; y durante el día me refugio atemorizado, en las alcantarillas, que un humano juguetón como yo, entre a mi casa. 

martes, 14 de agosto de 2012

FEP78-3: Sustancia toxica 2


No se preocupo en lo mas mínimo por su desnudes o las sustancias que habían entrado a su cuerpo, tan solo quería salir, ver la luz del sol y alejarse de la bruma. Se adentro en el pasillo, que resulto ser mas largo de lo que creía, a medida que caminaba empezó a notar un calor superficial, casi como la fiebre, pero que le dejaba las entrañas frías.

El corredor se retorcía en numerosos lugares, se interrumpía con escaleras que debía subir y bajar y extraños giros en U, cada 50 metros veía una cámara que lo seguía con su ojo rojo.

-¡¿Estas seguro que puedo salir por aquí?!- Grito después de 2 horas de caminatas y escaleras.

La voz grave sentencio otro sí.

El calor de la piel aumentaba y el frio de las entrañas no disminuía, cuando pasó otra media hora, un punzón en su pie  le hizo recordar el anestésico de la habitación oscura, así que regreso para mirar; lo que pudo ver le cortó la respiración y dilato sus pupilas: cual suela de zapato la piel de su pie se había quedado adherida al suela.

El terror lo hizo caer de espaldas y al intentar ponerse de pie vio la plantilla de piel que quedaba en la pared, ahora tenia la espalda en carne viva, el miedo lo hizo correr despavorido, dejando huellas de piel y sangre tras él. Pronto la propia fricción de su cuerpo hizo que se le callera la piel de los muslos, los brazos y las manos que ocasionalmente rozaban un pasamanos de alguna escalera. La agitación hizo que se le pelara la garganta y trozos de piel de su cara empezaron a caer, el constante movimiento de su abdomen hizo que se le rompiera la piel del pecho y el abdomen al punto de sentir su corazón a milímetros del aire y sus intestinos la borde de salir desparramados. El rio de sangre y viseras que dejaba atrás eran vigilados minuciosamente por el lente de numerosas cámaras, cada una a 50 metros de la otra.

El punto de máximo pavor fue cuando intento gritarle de nuevo a la voz misteriosa y su mandíbula se  desprendió cayendo en algún lugar bajo un escalón de metal. El pasillo de interrumpió bruscamente con una puerta de metal, al intentar empujarla, la poca carne que tenia en sus manos y sus hombros cayó como gelatina, hizo un ultimo esfuerzo y la puerta se abrió.

Pero no pudo ver donde se encontraba, en cuanto tocó la luz del sol todas las viseras que le que le quedaban se derritieron como hielo, dejando escapar un vapor maloliente, sus ojos se escurrieron como  gotas de petróleo y sus huesos ardieron como ramas secas
.
En dos segundos el hombre que había ido a festejar el nacimiento de su primer hijo, que había querido seducir una lesbiana, que se subió a un taxi sin tener dinero y que fue atrapado por la bruma en una habitación oscura, se desintegro de este mundo para siempre.

En una habitación, al interior del complejo oscuro, frente a una serie de televisores conectados a unas cámaras que estaban a 50 metros unas de las otras, estaba sentado un anciano, al que le faltaba toda carne del lado derecho del cráneo y tenia en puro hueso la mano izquierda terminaba una grabación:

-“Después de la exposición a la Sustancia Toxica come carne conocida como ST01, el sujeto experimental numero 85 se ha sometido al Fármaco En Prueba numero 78 con variación en el elemento 3, conocido como FEP78-3. El nuevo fármaco retrasa el avance de la toxina, pero no la elimina y esta continúa disolviendo al huésped. La toxina aun se activa a su máxima potencia con la exposición a la luz solar disolviendo instantáneamente al huésped” El elemento 3 que he extraído de mi sangre no es el inhibidor que evita que la toxina consuma mi cuerpo en su totalidad. Mañana debo buscar al sujeto experimental numero 86.”

ST01: sustancia toxica


La bruma de su mente se disipaba dándole lugar a una oscuridad densa y viscosa que recubría su cuerpo, la sentía húmeda y pesada sobre cada centímetro de su piel. “¡Que noche!” pensó para si, hace mucho que no se embriagaba tanto.

Intento levantarse cuando notó que una correa de cuero le oprimía el pecho, fundiéndole con la cama y restringiendo su respiración; al intentar levantarse noto sus manos atadas sobre su cabeza la piernas atrapadas entre barras de metal; el pánico sobrevino instantáneamente trayendo consigo sacudidas que incrustaban las ataduras contra su piel desnuda y tras un leve grito de pavor sintió un frio que le recorría la espalda y la bruma le llenaba la mente otra vez.

Esta vez no había bruma, su despertar fue repentino, seguía atado de igual manera, pero podía ver una línea que llevaba un líquido lechoso al interior de sus venas. La bolsa de la cual salía el líquido estaba marcada como ST01. Estaba llena hasta la mitad. Intento sacudirse de nuevo, pero el frio y la bruma regresaron para llevárselo a la inconciencia.

Ahora no estaba tan sumergido en la bruma y los acontecimientos de la noche anterior flotaban en su mente. Había ido a un bar a celebrar, ya no recordaba a celebrar que, pero estaba muy eufórico al entrar, de hecho estaba tan feliz que invito una ronda a todos en el bar, a casi 60 personas.

Recordó la cara de una mujer bajita, de cabello hasta los hombros y ojos cafés que bebía sola, recordó que cuando se acercó a hablar con ella  otra chica se aproximó a ella, se besaron y él tuvo que disimular entrando al baño que estaba tras ellas. Frente a sus ojos nublados desfilaron al menos 15 vasos de diversos licores, brindis incoherentes. Recordó subirse a un taxi, hablar estupideces de las mujeres que se besan con otras mujeres y confesarle al taxista que no traía un centavo en su ser. El taxista se detuvo de inmediato y lo dejo en medio del distrito industrial, donde un frio le recorrió la espalda y la bruma se introdujo en su cabeza.

Cuando estuvo alerta de nuevo se dio cuenta que esta bruma no duraba lo mismo que antes, era mas débil y tardaba cada vez mas en aparecer, y a medida que la bruma bajaba, también lo hacia le bolsa que se vaciaba en su cuerpo.

Finalmente la bolsa se vacío y las ataduras de las manos se soltaron, se apresuró a soltarse el pecho  y las piernas, pudo confirmar lo que sospechaba: estaba desnudo, no sabía como o por que ni para que pero todo esto debía ser culpa de las lesbianas. Si ellas no existieran ahora él estaría acostado con la chica bajita de ojos cafés.

Recorrió la habitación con las manos, pues sus ojos aún no se  adaptaban a la oscuridad del ambiente. La habitación se atravesaba en 15 pasos de ancho y 18 de largo, estaba ocupada por una cama y un clavo, desde el cual colgaba una bolsa vacía rotulada como  ST01.

-¡¿Hay alguien aquí?!- grito a la oscuridad, pero nadie respondió.
-¡¿Por qué estoy aquí?!- la angustia le zubia por la garganta y le hacia desafinar la ultima silaba- Si es por dinero, te jodiste por que  no traigo ni un “duro” encima.

Obviamente no era por dinero, estaba desnudo, quien quiera que fuera su captor ya sabía que no traía dinero.

-Si es por mis órganos, pues…-No tenia nada para decir, aun que no era un atleta, sus órganos no eran anda despreciable- por favor no me haga daño- su voz que convirtió en susurro apenas perceptible.

Un punto rojo titilante si hizo notorio desde una esquina de la habitación. Lo estaba grabando, cuando se acercó a revisar mejor sintió un pinchazo en su pie, cuando reviso vio una pequeña aguja que salía entre en dos bloques del piso, la bruma reapareció y su cuerpo se desplomo en la oscuridad.

Despertó de nuevo a la cama, sin ataduras, pero con una nueva línea a sus venas, esta vez conectada a una sustancia aceitosa marcada como FEP78-3. Intentó desconectarse de la nueva línea cuando una voz hizo eco en la habitación.

-Por favor no lo haga, cuando el fluido termine, podrá irse a casa. Si se retira la línea debo atarlo de nuevo a la cama.

Retiro su mano de la línea.

-¿Es enserio?

La voz grave proveniente de ningún lugar sentenció un sí. Tras lo que pareció una eternidad  el fluido término, él se desconecto y una puerta se abrió y tras la puerta se encendió una luz iluminando un largo pasillo.

domingo, 5 de agosto de 2012

Comezón


Desde que tenia memoria le había picado la mano izquierda, era un escozor caliente y hormigueante que caminaba en la palma de su mano. Con el tiempo aprendió a ignorarlo, hasta el punto en el que podían pasar semanas enteras sin rascarse. Pero la molestia estaba siempre allí.

Cuando cumplió los 25 su vida estaba resuelta, se había posicionado como el jefe local de una gran empresa multinacional, había entablado una relación con una joven arquitecta de la ciudad y su salud no había tenido quebrantos en 15 años. Pero cuando menos esperas las cosas es cuando suceden.

El cielo se hallaba despejado y las cigarras cantaban su triste melodía al frio viento nocturno cuando un calor hormigueante interrumpió su sueño; la comezón de su  mano se hizo tena intensa que casi se arranca la piel tratando de rascarla, no pudo calmarla, así que paso media noche con la mano en un balde lleno de agua.
A la mañana siguiente, en la gran junta de inversionistas, tuvo que interrumpir su discurso para rascar su mano, hasta que le saco sangre, aunque el escozor no se iba sí lo hacían los accionistas ante tan sangriento y extraño suceso.

Esa noche tampoco pudo dormir, el calor y el hormigueo continuaron incluso bajo el agua helada. Cuando saco su mano a la mañana siguiente era una masa sin piel, palpitante, caliente y picante. Se cubrió la mano y se fue a trabajar sin haber dormido una sola hora. Sus empleados insistieron en llevar lo e Urgencias y muchos de ellos cuestionaban su salud mental tras alejar a la mayoría de inversores el día anterior.
Los doctores no encontraron nada inusual que pudiese explicar la comezón y uno de ellos sugirió que estaba trabajando demasiado, pero él pudo ver cuando claramente escribía en su libreta la recomendación de visitar un psiquiatra.

Esa noche cuando su pareja se reunió con el y empezaron el  siempre deseado acto del amor, él tuvo que cortarlo de manera repentina, a las puertas de l orgasmo, cuando su mano ardía en comezón, calor y hormigueo. La ira de ella y la falta de sueño sólo sirvieron para despertar su odio hacia la mano.

Tarde es noche, un superior lo llamo, diciendo que se había enterado de su visita al hospital y de las opiniones de los doctores, así que le daría una licencia hasta que se sintiera mejor. Pero los días pasaron con ardor, calor y comezón y sin llamado de la oficina; aparentemente la licencia se hizo permanente. Ella tampoco llamaba y el sueño tampoco acudía solo el hormigueo de la mano. Para el día 23 se hizo insoportable, había perdido su trabajo, su novia y su salud, por culpa de esa maldita mano.

En la tarde del 25 de ausencia al trabajo un policía entro en la casa, pues nadie había sabido de él. Todo lo que el oficial encontró fue un hombre delgado como un hilo y pálido como el papel recostado sobre un gran charco de sangre junto a un trozo de carne que en algún momento debió de haber sido una mano izquierda.
Mientras el personal del hospital discutía que hacer con el individuo, que había sobrevivido por pura suerte. En la habitación, él despertó cuando un escozor caliente y hormigueante que caminaba se extendía a través de su rostro.  

viernes, 3 de agosto de 2012

Cigarrillos


Había fumado desde que tenia memoria, recordaba esa vez que salió de la clase para ir al baño y término fumando con el conserje mientras los demás niños aprendían a sumar. El olor se había impregnado en su cabello, en sus uñas, en su aliento y pequeñas ráfagas de olor se desprendían de él cada vez que parpadeaba.
Pero fumar no era lo único que hacia. También era el mejor reparando autos, lo llamaban  dos y tres veces al día para arreglar desde viejas carcasas que la gente guarda  por cariño, hasta lujos autos que sólo les faltaba predecir el clima.
En uno de esos viajes se hallaba retirado, en algún lugar hacia una gran hacienda en medio de la nada, había fumado ya 12 cajetillas y la 13 estaba a la mitad. Se detuvo a un lado del camino para pedir indicaciones a un viejo que arreaba unas cabras.
-Buenos días- dijo el fumador en forma animada- ¿Cómo le va?
El anciano de las cabras lo miró con desconfianza, no es común ver extraños en esta zona del país.
-Me preguntaba si sabe donde esta la hacienda de la familia Vargas, la mas grande  del pueblo- continuo el fumador- la he estado buscando por casi tres horas pero creo que me he alejado demasiado del camino que me indicaron.
-Por aquí no vive ninguna familia con ese apellido- dijo el anciano con voz grave y seca- pero si busca una hacienda grande, es por allá.
El dedo larguirucho  del anciano le mostro un camino apenas perceptible entre los matorrales. El anciano partió con su rebaño de cabras y se adentro en el espeso monte. El fumador lo miro alejarse, desconcertado cuando se fijo que a una de las cabras le faltaba una pata, pero cuando levanto la cabeza para preguntarle al anciano si necesitaba ayuda con el animal sólo pudo ver al hombre hacerle un gesto obsceno con sus largos dedos.
El fumador continuó su camino entre la densa maleza a la espera de hallar una verja o un camino más amplio, pero no aprecia ninguno. Cuando la noche se acercaba escuchó ruidos de pisadas a su alrededor, y el indistinguible olor de un cerillo que se enciende en la humedad. El hombre destapo la 20 caja de cigarrillos mas inquieto que nunca. Varias veces estuvo a punto de echarse a correr cuando sentía que lo tomaban de la camisa o le tiraban el cabello.
Luego de 40 terroríficos minutos, escondido en un monto de barro fresco pudo ver la inconfundible huella de una pata de cabra; sólo una. Y el recuerdo del hombre con la cabra coja regreso a su mente, el anciano había estado jodiendolo.
Así en cuanto escucho  una risita apagada tras un árbol se abalanzo de inmediato dejando caer la cajetilla de cigarrillos número 23.
La noche cayó en la hacienda de la familia Vargas, quienes aun se preguntaban donde estaba el mecánico. Todos tenían prisa por arreglar el auto familiar y salir de allí desde que las personas empezaron a desaparecer y las historias de un demonio empezaron a circular.
A la mañana siguiente el patrón de la hacienda no aguantó más y con 15 de sus hombres mas valientes fueron a buscar al mecánico. Hacia el medio día, atraídos por un fuerte olor a cigarrillo, encontraron el cadáver de un hombre desnudo atado a un árbol, con los ojos vidriosos, cual animal disecado, la boca abierta en un grito eterno y mudo de dolor y pavor. Con todos los órganos a un lado y las heridas cerradas con lazo de ganadería.
Junto al cadáver se halló un cajetilla de cigarrillos y la huella de una única pata de cabra.

viernes, 27 de julio de 2012

Microcuentos de Terror


El príncipe  grito varias veces el nombre de Rapunzel, sin respuesta. Temiendo lo peor movió la gran roca que tapaba las escaleras y subió a través de las penumbras, la humedad y las telarañas hasta la gran puerta de arce que sellaba a la princesa dentro. La cara de terror y sorpresa del príncipe fue digna de recordar al darse cuenta que Rapunzel se había ahogado con su propio cabello.
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Y los lobos esperaron en las sombras. Cuando caperucita, el cazador y la abuela salieron a celebrar la muerte del gran lobo malo, la manada ataco sin piedad.
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Blancanieves envió a cortar todos los manzanos del reino, sin saber que moriría de escorbuto.
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Mientras el príncipe cabalgaba rumbo al castillo, la bella durmiente continuaba revolcándose en sus pesadillas.
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La Bella bailo con la Bestia sobre los cientos de cadáveres de princesas que habían venido al castillo antes que ella.
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Ricitos de oro salió de la casa de los tres osos, primero salió su pierna, luego uno de sus brazos y finalmente un mechón de cabello manchado con avena.
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Cenicienta no pudo ir al baile. La gente del pueblo quemó al hada madrina por practicar la magia negra.
Cuando la reina de corazones ordeno bajar la guillotina y la sangre salpico al público, el conejo blanco fue atacado por una ola de culpa: Él había atraído a Alicia hasta el agujero.
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La sirenita se hizo muy famosa en el reino: Jamás se había vendido pescado tan fresco a tan bajos precios.

sábado, 31 de marzo de 2012

Gotas


Se despertó cuando la llave del sótano empezó a gotear sobre un balde de  metal. Era la decima noche que pasaba y era la decima noche que se detenía frente a las escaleras que bajaban mas allá de la oscuridad del sótano, pensó en regresar como las nueve noches anteriores, pero estaba tan cansado que no lo soportó. Se lleno de valor y bajo las escaleras.

Se había mudado hacia 10 días y aun no había puesto el nuevo bombillo, así que tuvo que  tuvo que bajar mientras se empapaba en la oscuridad. Sentía cientos de manos hechas de humo que le acariciaban el rostro y le tomaban de la mano. Las telarañas cubrían cada esquina, mientras los ojos  de sus ocupantes brillaban como estrellas agonizantes.

El piso de sótano estaba cubierto por una capa de tierra fría que se colaba entre sus pies descalzos. Se guiaba por el sonido de la gota contra el balde, aunque recordaba vagamente una pila de ladrillos en la esquina norte y un viejo trapeador casi sin fibras junto a un armario.

El sentimiento de las manos de humo se condensó y sintió como le acariciaban el cuello. El terror cubrió su cuerpo como un aire frio; trato de salir corriendo pero siete dedos largos y huesudos lo tomaron por el pie y lo sumergieron en el espacio húmedo bajo las escaleras mientras en los ojos agonizantes de las arañas se veía al habitante humano de la casa siendo devorado por el dueño de la casa.

La creatura de 2.5 metros estiro su delgado cuerpo, hizo sonar sus 14 dedos y se cerro la camisa tapando la boca llena de dientes que se encontraba en su pecho. El monstruo cerro la llave, se sentó bajo la escalera y se dispuso a esperar que alguien comprara la casa y bajara al oscuro y húmedo sótano para arreglar la llave que goteaba.

domingo, 26 de febrero de 2012

caballo

Eduardo estaba cansado, había pasado todo el día leyendo sobre diversas mitologías para sus exámenes, y la Cristiana le había tomado mas tiempo del que imaginó. Se acostó cerca de la media noche con los ojos cansados y rojos.

En su mente se arremolinaba la imagen de Pan, el fauno que luego fue transformado en la imagen del demonio cristiano. Soñaba que esta en el bosque y la bestia le perseguía con sus cascos sonando al chocar con cada roca del camino. Por un segundo escucho la risa macabra de la criatura resonando en cada árbol hueco del bosque.

Se despertó en medio de un sudor frio, observo un momento su ventana y puedo ver la cabeza de un caballo asomada por su ventana; el animal parpadeo y se alejó. Eduardo se dispuso a seguir durmiendo cuando recordó que su habitación estaba en tercer piso.

lunes, 20 de febrero de 2012

Noche

Se despertó en la mitad de la noche, con sangre en el rostro y las sabanas rasgadas por el gran cuchillo oxidado. Se limpio el sudor de la frente y busco en la oscuridad alguna figura que pudiera estar espiándolo.

Lejos, al otro lado de la habitación, sentada en una vieja mecedora movida por el viento pudo ver el cadáver de la anciana, dueña de la casa donde dormía, mirándolo con sus ojos blancos, su cuello degollado y el vestido  con el que la había enterrado lleno de tierra.

domingo, 12 de febrero de 2012

Monstruos


El viento recorría el jardín moviendo  las hojas que habían caído en la tarde. La luna se ocultaba tras una cortina de nubes y los perro del vecindario descansaban de ladrarle todo el día a las ardillas de los arboles.

Alberto se movía con sigilo entre las muchas calles de la ciudad, con cuidado de no patear latas o despertar a los gatos que dormían en los tejados. Tras 45 minutos de caminata llego a la casa de los Gonzales y de su pequeña hija de 6 años.

Se coló con extremado cuidado en sótano de la casa y subió las escaleras de madera un escalón cada cinco minutos, tratando de no hacerlos sonar. Se adentro a la cocina, de donde extrajo una bolsa de basura, un cuchillo y un par de guantes de goma. Localizo fácilmente la habitación de la pequeña; olía a perfume,  cobijas calientes y al siempre agradable olor de la infancia.

Se posiciono frente a la cama de la pequeña, que dormía y respiraba lentamente con el cabello largo dispersado por toda la almohada. Se colocó los guantes de goma y se regodeo de las imágenes que se formaban en su mente retorcida.

Se dispuso a tomar a la pequeña cuando algo le tiro del pantalón; supuso que algún cachorro trataba de jugar con él. Así que decidió tomarlo e integrarlo a su morboso juego; se inclino para observar debajo de la cama cuando recordó que no había visto ningún plato o cama para un perro. Entornó los ojos para observar bajo la cama.

Una cara sonriente lo observaba desde las sombras, con grandes ojos negros que ocupaban la mitad del rostro, unas orejas tan grandes como la propia cabeza y una larga y brillante hilera de dientes desiguales se asomaba entre varios juguetes.

Dos manos con diferentes numero de dedos en cada una, tomaron la cabeza aterrada de Alberto y lo introdujeron a la oscuridad de debajo de la cama.

Mientras los gritos del pedófilo se ahogaban en el interior de la boca del monstruo de debajo de la cama; arriba la niña de 6 años se daba la vuelta, ya sin miedo; pues el monstruo de debajo de la cama la había protegido nuevamente de los monstruos de la superficie.  

miércoles, 8 de febrero de 2012

El hombre más alegre del mundo.


¿Qué le espera a un alma cuando sabe que jamás será feliz? Se preguntó el hombre sentado en la costosa, pero oscura sala. “La muerte” ; la respuesta resonó en toda la habitación para luego desaparecer sin ningún eco que la disolviera.

El hombre sorbió una única gota de su bebida y regresó a la charla con la habitación vacía. “Pero soy feliz, rio con mis amigos, hago sonreír a los extraños he logrado cuanto me he propuesto en la vida, he sido un hombre de éxito envidiado por muchos y admirado por todos”.

La habitación oscura guardo silencio. “Mira mi hogar: tengo una mujer que me ama con cada fibra de su ser, un hijo del cual soy su héroe y unos padres que no paran de jactarse de mis proezas. La habitación oscura guardo silencio.

El hombre en su desesperación y dolor gritó: “Soy la causa de la felicidad de todos lo que me conocen”. La  habitación oscura susurro: eres la persona mas alegre del mundo; pero jamás serás una persona feliz.

El hombre le sonrió a la habitación oscura y se cortó con las muñecas. No pudo soportar ser el hombre mas alegre del mundo.

El orgullo.


Sus hermanos habían partido, o habían sido desechados de la tierra de leche y miel, su padre se veía tan triste como nunca. Él era el elegido, debía serlo. De otro modo su padre jamás le habría permitido quedarse.

Era el hijo favorito, la razón de la creación de su padre, la luz de sus ojos y el único destinado a remplazarlo cuando el dolor y la angustia consumieran a su padre.

Una sonrisa retorcida le dividió el rostro a la mitad; él era más grande que su padre: a él no le había afectado la partida de sus hermanos.

Se sentó en el trono de su padre, y por un breve segundo pudo ver la majestuosidad de la creación, la grandeza de la gloria y el infinito poder que yacía a sus pies. Él era el dueño legítimo de todo.
Pero al segundo siguiente, con la más fría revelación: la mirada desgarrada de su padre.; se dio cuenta que nada era suyo, que no era el elegido para nada y que su padre ya no lo amaba.

Se fue, azotando la puerta, con la mirada gacha y el corazón herido. Se iba para ser el Dios de sus hermanos, que con gusto y tranquilidad lo adoraron. Todos juntos de nuevo, a conspirar contra su padre viejo y cansado.




                                              imagen tomada de escalofrios.com

domingo, 5 de febrero de 2012

La envidia.



Su hogar se hallaba vacío.  Sus hermanos habían partido y su padre pasaba la mayoría del tiempo solo, y si acaso se dejaba ver era para mostrar una mirada melancólica llena de dolor y tristeza.

Ya aborrecía eso,  sentía que era prisionero de  su padre y de ese lugar. Sus hermanos eran libres y felices, y sobre todo no tenían que tolerar la depresión de su padre. Era obvio a él le habían dejado los trabajos mas duros mientras sus hermanos, a los que su padre amaba estaban libre descifrando el resto del mundo.

No lo toleraría, no sería más el hijo ignorado. En mitad de uno de sus comunes ataques de rabia se presento ante su padre sin llamar a la puerta y sembrando  una daga en su pecho le dijo que se iba.

Su padre no salió a despedirle. No le dio su bendición. No lo maldijo, ni siquiera le dirigió la mirada; sólo palmoteaba la cabeza del único de sus hijos que aun deseaba acompañarle.