La noche se había posesionado de
cada calle en la ciudad, las farolas prometían puntos de luz cada tanto dejando
a la obscuridad en pequeños islotes.
Él salía de la piscina, el agua
acariciaba su esbelto cuerpo y le desordenaba el cabello.
-Tenemos que hablar- Dijo una voz
femenina desde la oscuridad.
Termino de salir del agua, se
secó y se puso una delgada camisa negra.
-¿De verdad vamos a hablar o terminaremos
jugando entre la cama y el sofá de nuevo?
Entraron a la habitación oscura,
él pudo distinguir la imagen de ella sentándose en la cama y fue a sentarse junto
a ella. Repentinamente ella se abalanzó sobre él y empezó a besarle; rápidamente
él continúo con su juego, haciendo volar la ropa y distendiendo la cama; las
almohadas y las cobija empezaron a estórbales.
Ambos disfrutaron de su anatomía,
explorando cada cumbre y cada llanura, cada lago y cada desierto de sus
cuerpos. Él termino por introducir su humanidad en ella y ella se apoderó de su
hombría secuestrándola en lo profundo de su vientre.
-¿Alguna vez te has preocupado
porque algún día venga por ti?- Dijo ella.
-No –Contesto de manera automática-
es la ventaja de ser el novio de la muerte; no vendrás por mí.
-¿Sabes que está mal, cierto?-
dijo ella casi en un susurro- Que tu recién inicies tu vida y yo lleve aquí mas
tiempo que muchas civilizaciones
-¿Es un problema para ti?-
Preguntó él mientras se vestía.- Mira quien resulto moralista.
-La verdad no –Sonrió un poco y
sus dientes centellearon en la oscuridad- Sólo acabo de imaginarme la cantidad
de gente que está viviendo tiempo extra porque yo estoy muy ocupada besándote. Nadie
ve la clase de héroe que eres.
-¿De que querías hablar? –Preguntó
él mientras re recostaba de nuevo junto a ella
-De nada en particular, era sólo
una excusa para verte.
-¿Te vas a quedar? –pregunto él
con algo de tristeza
-No, he venido a Italia por trabajo-
Dijo ella mientras se ponía de pie.
-Quédate- Suplico él- Hazme
sentir un héroe de nuevo.
-No puedo, hoy no, pero vendré a
hablar contigo después.
Él no pudo decir nada más, ella
se desvaneció en la noche tal como había aparecido. Ahora debía esperar que la
vida de otro se acortará para alargar su estancia. Se quedó mirando por la
ventana los islotes de oscuridad que salpicaban la ciudad y decidió que aún
quería seguir nadando.
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