La mañana no provoco ni el más mínimo bienestar, pues mi gran ventanal estaba empañado y tras una rápida inspección encontré un par de huellas frente a la mancha; algo me había estado viendo dormir.
Me reuní con mi amigo en el desayuno tras una rápida ducha y un refrescante cambio de ropa. El olor del jugo de naranja llenaba la inmensa habitación que era ocupada por una araña suspendida de su delgado hilo; bajo la araña había una ostentosa mesa de caoba diseñada para al menos diez y seis personas, pero sólo tenía asientos para Richard y para mí.
-¿Qué tal tu noche, haz encontrado una respuesta para mi problema?
-Sí- dije llevándome una hogaza de pan de a la boca- recoge tus cosas, vende la propiedad y márchate de aquí cuanto antes.
Richard me miró con sana incredulidad desde el otro extremo de la mesa.
-No sé que es esa cosa, no sé como matarla y no considero prudente cortar el árbol, si esa cosa tiene su nido allí y lo destruyes, tal vez se enoje y por lo que me has dicho es muy violenta e inteligente, además anoche pude constatar que es muy curiosa.
-Si así es como lo vez mi amigo, sólo me queda cortar el árbol.- bebió su taza de un sorbo y se sirvió un poco de fruta en un plato.
-¿No me escuchaste? Es muy peligroso.
-Ya sé, pero todo el capital de mi familia esta invertido en este lugar y nadie desea comprar una propiedad en la que habita una criatura que puede comerte mientras duermes.
Ya había considerado la posibilidad de que me matara mientras dormía, pero después de la aterradora historia de Richard y escuchar como jugó con él, había llegado a considerar esa opción como la mejor.
-Entonces no puedo ayudarte, lo siento Richard pero nunca había visto algo así.
Calló unos segundo, sopesando alguna idea, tal vez su plan B.
-¿Aceptarías una invitación más antes de tú partida?
-¿Qué clase de invitación?- pregunté mientras la curiosidad y la resignación se mezclaban en el lugar más profundo de mi pecho.
-A cazar por supuesto- los ojos de mi amigo centellearon un momento. Fue sólo un segundo pero en retrospectiva ese brillo en esos ojos grises estremece mi ser como si se desatara un terremoto en mis venas.
No había podido ayudar a mi amigo, aún así el me hacia una nueva propuesta, me había dado de comer, me había dado un lugar para dormir y me había asustado hasta la medula. No quise despreciar su invitación, después de todo habíamos sido compañeros de estudio. Horas más tarde me arrepentiría de haber sido un caballero.
-Seguro, lamento no haberle dado respuesta a tu problema, pero si es tu deseo, te acompañare a cazar.
Mi amigo se levanto con entusiasmo y atravesó el imponente salón en dos zancadas.
-Johan, haces que mi corazón se estremezca de júbilo- se ubicó a mis espaldas y me tomó por los hombros- no sabes lo feliz que me haces.
Sus manos apretaron mis hombros recordándome la idea de que una sola de sus manos podía aplastar mi cabeza. Estaba en lo cierto; con un movimiento rápido con relámpago sujeto mi cabeza y la hizo reventar contra la densa mesa de caoba.
Mi conciencia se desvanecía tan rápidamente como la sangre saliendo de algún punto entre mi oreja izquierda y el corte de mi mejilla. De apoco me sumergía en una densa neblina roja mientras el pánico invadía mi paralizado cuerpo, de lo último que tengo un claro recuerdo es de la voz de Richard hablándome como si se encontrara a cientos de kilómetros de distancia: “Johan, esto será muy divertido”
imagen tomada de Escalofrios. com
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