domingo, 23 de diciembre de 2012

El Diario.


Son de esas cosas que uno cree que nunca le van a pasar, porque las cosas malas le pasan a la gente mala; según dicen. Pero la aparición del diario, en un viejo ático, que en alguna oportunidad tuve la oportunidad de limpiar; marcó el inicio de innumerables pavores en mi vida.

“Lo que voy a relatar debe ser conocido como legado, pues estas letras son, probablemente, las ultimas que han de provenir de mi ser. El año, poco importa, pues los horrores que me aquejas superaran la inquebrantable barrera del tiempo.
Todo comenzó, en la casa de mi suegro, un hombre gordo y bigotón de mal humor, que iba a la iglesia en memoria de su difunta esposa. Su hija, por otro lado, era una joven de amplias coderas y estrecha cintura, con pechos firmes y labios carnosos (no sólo hablando de su boca, disculpara usted lector estas insinuaciones, pero esta es la mujer que me dio los mas maravillosos años de mi vida). Ella reía y jugaba al sol del verano, me invitaba a danzar entre los arboles del jardín  durante el día y recorría mi cuerpo curiosa en innumerables contorsiones que satisfacían mi hombría. Elena, se llamaba. Elena susurrará el viento en las noches largas. Elena, llora mi corazón en sus últimas horas” Escritura ilegible.

“Se acercaba el invierno, nuestro primer invierno y su padre se ausento para llorar a la madre de mi amada. Ella insistió que no debíamos vernos, no sólo por la ausencia de su padre, sino por que ella también quería llorar la muerte de su madre. Pero, que débil es el alma, y corrompida es la carne antes la tentación; deje pasar los primeros tres días, pero no soporte su ausencia y me dirigí a escondidas a su casa.

La puerta cerrada se hallaba, así que me acerque a su ventana desde atrás de la casa y con una vieja escalera pude asomarme a su cama, la que tantas veces compartimos.”

Líneas de vacilación

“Sobre la cama estaba Elena, mi amada Elena, desnuda. Pero sobre ella se encontraba un ser de aspecto repulsivo: Era delgado como un suspiro. Tenía una cabeza alargada como de caballo, pero terminaba en un delgado pico. Sus brazos estaban invertidos, obligando al inmundo ser a caminar sobre sus codos, lo que debían ser sus manos eran sólo una navaja si dedos ni uñas. Su tórax se interrumpía en una larga cola terminada en un largo aguijón, sobre su espalda se exponían siete pares de alas, similares a las de los múrcielos, se superponían unas a otras creando una larga capa que cubría la criaturita calva. No tenía patas traseras y no parecía tener orejas o nariz.

El terror me hizo caer hacia atrás y correr despavorido. La criatura lanzo grito aterrador, similar a un gato herido; para que un hombre pudiera hacer tal sonido tendría que hacer gárgaras con cuchillas de afeitar. Me precipite por las largas calles escuchando el batir de alas y los gritos de la criatura de tras de mi.

Llegue a mi hogar y me refugie en el ático. La criatura resuena, ahora mismo, batiendo sus alas y obligando a la madera a ceder bajo su peso, para alcanzarme. En medio de mi terror, tomo este cuaderno para narrar los últimos minutos de mi existencia. La existencia, nombre o relación que la criatura guarda con Elena, es un misterio para mí. Pero en medio de mi pánico sólo puedo recordar que la familia de Elena apareció en el pueblo cuando su madre fue acusada de colaborar con el demonio y quemada como toda bruja.” Escritura ilegible de nuevo.

Ha entrado, lo oigo arrastrando su cola en el ático. Oh, Elena, te amo, pero presiento que iremos a lugares muy diferentes” Escritura ilegible “Te amo” Escritura ilegible.

Manchas de sangre.

Cuando termine de leer el diario, un escalofrió me recorrió la espalda, así que saque el encendedor de mi bolsillo y cuando la llama estuvo por probar el papel, a lo lejos, parecía que un hombre que había hecho gárgaras con cuchillas de afeitar gritara.

                                                           Imagen tomada de Escalofrios. com 

1 comentario:

  1. Me gusta esté relato, es suave pero a su vez te transporta en el suspenso, de leer unas páginas qué te elevan. Casi como cuando leo a King.

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