- Supongo, es lo que los héroes hacen: van a las guerras y mueren por su gente.
Era un hombre, al fin lo era y ella al fin podía ver lo mucho que había crecido.
-Pero cazar dragones no es para todos.
-Exacto, si yo no voy nadie lo hará.
Limpió su espada por última vez; la enfundó y se puso el yelmo sobre los hombros, lo miró una vez más mientras los ojos se le inundaban de debilidad. Y marchó dejando atrás a su amiga, a su única amiga.
En el camino encontró a una niña, de dorada cabellera y grises ojos, de inmediato supo que la amaba, que era gracias a ella que el sol salía cada mañana y era lo que mantenía a las cosas pegadas a la tierra.
La niña sonrió al verle y se echó a correr entre los arbustos chamuscados por el dragón que él había estado cazando. Se bajó de su montura y corrió tras la niña, corrió por lo que le parecieron mil años mientras una suave y cálida brisa le traía el olor del perfume de la niña, durante un segundo vio como el aire se arremolinaba tras ella jugando con su corto cabello de oro y a él se le inflaba el corazón “oh, te amo” no podía pensar nada más.
La niña se detuvo frente a unos árboles y lanzo una risita aguda al viento. Él avanzo de apoco temiendo asustarla. El corazón se le hinchó una última vez antes de que el alma se contrajera de terror en lo más hondo de sus ser.
El dragón se irguió tras la niña y exhalo su aliento de fuego sobre el caballero que se cocinaba en su reluciente armadura nueva mientras comprendía con una mezcla de tristeza y esperanza, que se había enamorado de la hija del dragón.

imagen tomada de coolvibe.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario