La soledad lo asolaba, mientras se llevaba la manzana a la
boca pensaba en su hermanos, lo que se habían ido, lo que habían escapado y se sentía
solo y triste; los añoraba, los extrañaba pero sobre todo extrañaba la sonrisa en el rostro de su padre. Se termino
la manzana y comenzó la quinta de la mañana.
Pensó un rato en su padre, en sus hermanos y en sí mismo,
pero no hallaba ni preguntas no respuestas. Cuando termino la decimo cuarta
manzana se puso de pie y empezó sus labores del día. Cuando sin darse cuenta
encontró la pregunta que buscaba ¿Por qué mis hermanos se fueron sabiendo que harían
infeliz a mi padre? Y halló la respuesta retozando en una roca junto al lago. Era
la nueva mascota de su padre, el nuevo mono sin pelo lo que había hecho que sus
hermanos se marcharan y si lo eliminaba sus hermanos regresarían.
Espero tarde en la noche, después de comer otras cuantas manzanas
se acerco al humano dormido, podía escucharlo respirar lentamente mientras el
calor se colaba desde su cuerpo desnudo hacia el pasto. Fue entonces que descubrió que no sabía cómo acabar con él.
Rápido como el instinto atacó el hambre y lo supo.
Se lo comió mientras dormía, le arranco la cabeza de un
mordisco y continuó durante toda la noche, saboreando su sangre cálida y el
aroma de su piel liberada al viento. Dejó lo más importante para el final: el corazón
que había lastimado a su padre y causado discordia entre sus hermanos. Estaba a
punto de comerlo cuando su padre; con dolor y asco en su rostro se acerco de entre
las sombras y lo arrojo sobre el muro que rodeaba el jardín.
Cayo lejos del otro lado, cerca a sus hermanos.
¿Por qué te ha echado?
No ha aceptado mi regalo- dijo mientras les mostraba el corazón
que aun latía en la palma de su mano.
imagen tomada de coolvibe.com
Es una deliciosa pero creepy historia. Es un hombre desquiciadamente goloso.
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