Su padre había dicho que debía suplir
a sus hermanos, los que se habían marchado, los que él había echado y le susurro
que era un gran honor, ya que él tenía la fuerza de muchos. Él lo tomo como un
alago, era sin duda el favorito de su padre.
Pero conforme pasaban los días y
se acumulaban las tareas se preguntaba si de verdad era el favorito de su padre
y no su esclavo. El cansancio se acumulaba en sus hombros, y le hacía doler la
cabeza y las piernas. Cuando se lo dijo a su padre este contestó con un toque
de ira y un dejo desprecio en su voz: “trabaja más duro y más rápido para que
puedas descansar”.
Y así lo hizo, trabajo día y
noche, bajo la lluvia y bajo el sol, con hambre y con sed, son sueño y dolor pero
jamás podía descansar, el trabajo seguía aumentando y jamás podía descansar.
El cansancio se acumulaba en sus
ojos y en sus brazos, le pesaba en el alma y le cansaba los pulmones, sentía que
los ojos se le caerían del ostro en algún momento y que terminaría rompiéndose como
un muñeco de cristal.
“Lleva esta roca y ponla al otro
lado del jardín, para que no entren los extraños” le dijo su padre cuando el cansancio
parecía acomodarse en cada fibra de su ser. “¿Puede esperara padre, esto muy
cansado”. “No, no puede” dijo su padre tajantemente y con desprecio en su
mirada. Empujaba la roca con su espalda, y a medida que me avanzaba se cansaba
más y más. Le abandonaban las energías, el ánimo se desvanecía como neblina al
sol y sus fuerzas se perdían a medida que pasaba el tiempo y sin más anticipo
que un bostezo se durmió sobre la enorme roca.
Su padre lo despertó, cuando la luna y el sol se habían escondido ya dos veces y aunque la roca estaba a dos pasos de la entrada, su ira hizo parecer que la roca no se había movido un milímetro desde donde su padre la entregó. Lo tomo del cuello y lo sacó para luego terminar de empujar la roca dejándolo encerrado afuera. Y antes de volver a cerrar sus ojos de cansancio escucho a padre decir: “otro hijo me abandona” y a sus hermanos que se habían marchado decir: “otro hermano ha escapado”
Su padre lo despertó, cuando la luna y el sol se habían escondido ya dos veces y aunque la roca estaba a dos pasos de la entrada, su ira hizo parecer que la roca no se había movido un milímetro desde donde su padre la entregó. Lo tomo del cuello y lo sacó para luego terminar de empujar la roca dejándolo encerrado afuera. Y antes de volver a cerrar sus ojos de cansancio escucho a padre decir: “otro hijo me abandona” y a sus hermanos que se habían marchado decir: “otro hermano ha escapado”
imagen tomada de coolvibe.com
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