viernes, 19 de octubre de 2012

Durmiendo.


Estaba cansado, le dolía el vientre y sentía los ojos secos; la luz fluorescente  del recinto hacia que le palpitara la cabeza. Busco a tientas la sabana, pero no la encontró, así que se levanto desnudo de la cama y recorrió la habitación hasta que la encontró doblada en un asiento. Se la llevo con él y se recostó de nuevo, tapándose todo el cuerpo con la esperanza de poder volver a dormir.

Cuando el forense entró a la habitación se sorprendió al borde del infarto; podría jurar que había dejado descubierto el cadáver.  

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