Algo
que hago en cada ciudad a la que voy de vacaciones –aunque no es algo que les
recomiende a todos los turistas –es visitar el cementerio local. Ya sea por una
costumbre morbosa o una extraña perversión que no quiero discutir; es
inevitable para mi ver como tenemos la costumbre universal de morirnos, sin
importar la edad, el sexo o la causa, y como lidian las comunidades con el
producto final de la muerte: los envoltorios desprovistos de esencia que
guardan más dignidad que la que tenían sus amos en vida.
Si
he llegado a alguna lección en esta travesía mortuoria, es que irónicamente son
las tumbas majestuosamente adornadas las que más me entristecen. Al ver una
tumba reseca, rodeada de maleza y polvo; con el nombre y las fechas ya
borrosas, surge en mi un extraño sentimiento de paz, pues independientemente de
lo que se oculte al interior del panteón, los vivos han continuado con sus
asuntos y el difunto puede descansar. Pero aquellas tumbas relucientes,
rebosantes de flores frescas muestran que hay muchas personas atrapadas en
ellas: madres atadas con cadenas de dolor a los despojos de un hijo que nunca
llegó; amantes rompiendo su promesa y siendo fieles más allá de la muerte,
hijos arrepentidos que se castigan duramente o niños inocentes que esperan el
despertar de una madre ya fallecida. Estas ultimas me molestan de sobremanera,
pues me dicen que es el cuerpo –y sólo el cuerpo –quien define la existencia de
las personas; que una vez después de muertos, seguimos atrapados en una bolsa
de carne a medio podrir, escuchando como la vida de algunos se estaciona de
apoco por nuestra causa.
A
nivel personal no creo en la muerte, es evidente que partimos, que dejamos este
contenedor para no regresar al mismo estado; prefiero pensar que mi huella en
el tiempo es más que 50 kilos de entrañas y uñas, prefiero ser un recuerdo que
surge en medio de una llovizna nocturna, un olor atrapado en el armario, una
canción vieja en la radio, una frase heredada a través de historias. Yo quiero
ser algo más que un trozo de piedra al cual visitar, yo elijó ser inmortal.
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