Era el hijo del pecado,talvez sin haber cometido un solo pecado, pero no cabia duda: era el hijo del pecado. Su madre, una conocida y solicitada donadora de calor, vendedora de orgasmos, una dama de una noche. Su padre, un jinete de la muerte que cabalgaba en los barrios bajos sobre su corcel de dos ruedas y gasolina regular.
Su concepcion no fue un actor de amor; ella regresaba a casa tras un largo dia, él acechaba como vibora en las sombras. En la mitad del parque frente a la imagen de la virgen de los dolores, él la tomó con brusquedad y forzó a una nueva vida a prosperar en un vientre que no lo deseaba.
El reloj continuó con impetu su marcha y contra todas las predicciones, el hijo del pecado se encontraba proximo a ser escupido en un mundo hostil, pero el destino es caprichoso y sus retorcidos juegos siempre le arracaran una sonrisa a personas de humor morbido (como yo). Frente a la misma imagen de la virgen de los dolores que habia visto la gestacion del hijo del pecado, un puñar rasga el silencio y el frio de la noche para fundirse en el vientre de la donadora de calor dejando que la sangre tibia y espesa llene sus manos; luego sin ninguna muestra de felicidad o dolor en su ojos, el jinete de la muerte se sube a moto y regresa a su reino de tinieblas, drogas....y balas.
La madre llegó sin vida al hospital local, el jinete no tuvo tiempo de limpiarse la sangre de las manos: le dispararon a pocas calles del parque. El niño, el hijo del pacado vivió- ya sea para bien o para mal- gracias a una sangre espesa como arena, caliente como el sol y maldita como su anterior dueño. Ahora al hijo del pecado le corre por las venas las sangre de Lucifer.
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