El viento recorría el jardín
moviendo las hojas que habían caído en
la tarde. La luna se ocultaba tras una cortina de nubes y los perro del
vecindario descansaban de ladrarle todo el día a las ardillas de los arboles.
Alberto se movía con sigilo entre
las muchas calles de la ciudad, con cuidado de no patear latas o despertar a
los gatos que dormían en los tejados. Tras 45 minutos de caminata llego a la
casa de los Gonzales y de su pequeña hija de 6 años.
Se coló con extremado cuidado en sótano
de la casa y subió las escaleras de madera un escalón cada cinco minutos,
tratando de no hacerlos sonar. Se adentro a la cocina, de donde extrajo una
bolsa de basura, un cuchillo y un par de guantes de goma. Localizo fácilmente
la habitación de la pequeña; olía a perfume, cobijas calientes y al siempre agradable olor
de la infancia.
Se posiciono frente a la cama de
la pequeña, que dormía y respiraba lentamente con el cabello largo dispersado
por toda la almohada. Se colocó los guantes de goma y se regodeo de las imágenes
que se formaban en su mente retorcida.
Se dispuso a tomar a la pequeña
cuando algo le tiro del pantalón; supuso que algún cachorro trataba de jugar
con él. Así que decidió tomarlo e integrarlo a su morboso juego; se inclino
para observar debajo de la cama cuando recordó que no había visto ningún plato
o cama para un perro. Entornó los ojos para observar bajo la cama.
Una cara sonriente lo observaba
desde las sombras, con grandes ojos negros que ocupaban la mitad del rostro,
unas orejas tan grandes como la propia cabeza y una larga y brillante hilera de
dientes desiguales se asomaba entre varios juguetes.
Dos manos con diferentes numero
de dedos en cada una, tomaron la cabeza aterrada de Alberto y lo introdujeron a
la oscuridad de debajo de la cama.
Mientras los gritos del pedófilo se
ahogaban en el interior de la boca del monstruo de debajo de la cama; arriba la
niña de 6 años se daba la vuelta, ya sin miedo; pues el monstruo de debajo de
la cama la había protegido nuevamente de los monstruos de la superficie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario