domingo, 12 de febrero de 2012

Monstruos


El viento recorría el jardín moviendo  las hojas que habían caído en la tarde. La luna se ocultaba tras una cortina de nubes y los perro del vecindario descansaban de ladrarle todo el día a las ardillas de los arboles.

Alberto se movía con sigilo entre las muchas calles de la ciudad, con cuidado de no patear latas o despertar a los gatos que dormían en los tejados. Tras 45 minutos de caminata llego a la casa de los Gonzales y de su pequeña hija de 6 años.

Se coló con extremado cuidado en sótano de la casa y subió las escaleras de madera un escalón cada cinco minutos, tratando de no hacerlos sonar. Se adentro a la cocina, de donde extrajo una bolsa de basura, un cuchillo y un par de guantes de goma. Localizo fácilmente la habitación de la pequeña; olía a perfume,  cobijas calientes y al siempre agradable olor de la infancia.

Se posiciono frente a la cama de la pequeña, que dormía y respiraba lentamente con el cabello largo dispersado por toda la almohada. Se colocó los guantes de goma y se regodeo de las imágenes que se formaban en su mente retorcida.

Se dispuso a tomar a la pequeña cuando algo le tiro del pantalón; supuso que algún cachorro trataba de jugar con él. Así que decidió tomarlo e integrarlo a su morboso juego; se inclino para observar debajo de la cama cuando recordó que no había visto ningún plato o cama para un perro. Entornó los ojos para observar bajo la cama.

Una cara sonriente lo observaba desde las sombras, con grandes ojos negros que ocupaban la mitad del rostro, unas orejas tan grandes como la propia cabeza y una larga y brillante hilera de dientes desiguales se asomaba entre varios juguetes.

Dos manos con diferentes numero de dedos en cada una, tomaron la cabeza aterrada de Alberto y lo introdujeron a la oscuridad de debajo de la cama.

Mientras los gritos del pedófilo se ahogaban en el interior de la boca del monstruo de debajo de la cama; arriba la niña de 6 años se daba la vuelta, ya sin miedo; pues el monstruo de debajo de la cama la había protegido nuevamente de los monstruos de la superficie.  

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