-“Hueles a sol”
Sus palabras me tomaron por sorpresa, me sacaron del sueño en el cual me había sumergido los últimos tres meses, me tomo unos segundos darme cuenta donde estaba y a juzgar por la gran cantidad de fotografías en las paredes estábamos en la sala de su casa.
-“No lo creo, el sol es cálido, llena todo de vida y produce felicidad, no es así como me siento ahora”- le respondí como si supiera de qué demonios estábamos hablando.
-“No creo que sepas como hueles exactamente, nadie puede saberlo”- arqueo una ceja mientras me miraba incrédulo.
-“Creo saber exactamente como huelo”- dije tajantemente
-“Bueno, si estas tan segura entonces dime a que hueles”
¿Era yo la única que noto el extraño tema de la conversación? No tenía por qué contestarle, pero si he de ser sincera esta era la charla más larga que había tenido en seis meses y no quería terminarla y ofenderlo; después de todo él era de los pocos que aun querían permanecer con migo a pesar de mi horrible humor y mi más aun terrible temperamento.
-“Mi olor tiene un toque de cementerio” – cuando vi la duda en sus ojos tuve que continuar- ya sabes, es como un olor de flores secas, agua estancada, tierra removida recientemente, y un poco de incienso”
Lo medito un momento y luego dijo con total seguridad:
-“No, tu hueles a sol”
Ignore el comentario y continúe
-“Claro que veces huelo a lluvia, ya sabes un aroma frio que despierta la piel”
Su cara seguía en desacuerdo
-“No, tu hueles a sol”
Yo lo ignore nuevamente y continúe
-“A veces puedo oler como una noche con luna pero sin estrellas, ya sabes un aroma cálido que genera sueño”
Pero para mí creciente frustración el repitió:
-“No, tu hueles a sol”
Sentía como la ira me invadía y note la fácil que era enojarme ahora aun si no había una razón obvia. Estudie su rostro a través del reflejo que yacía observándonos desde un espejo al otro lado de la habitación; estaba calmado y podía leer en su rostro que deseaba que yo hiciera una pregunta, no solo una pregunta, deseaba que hiciera “La pregunta”, si yo la hubiera hecho desde el comienzo la conversación ya habría terminado y yo estaría de nuevo en mi profundo sueño de indiferencia total. El comentario de mi olor solo era una trampa para hacerme hablar y yo había caído totalmente; él había estado jugando con migo (algo que yo odio) pero aun así cerré mis ojos, me llene de paciencia y pronuncie la frase con que aceptaba mi derrota, sencillamente su juego fue imposible de ganar para mí:
-“¿Por qué crees que huelo a sol?”
Una sonrisa se dibujo en su rostro, no solo gano esta conversación, sino que también se dio cuenta que me rendía:
-“Bueno, tu dijiste que el sol es cálido, llena todo de vida y produce felicidad- se sonrojo al pronunciar las palabras. Yo no entendí porque- es exactamente como me siento cuando estoy contigo: Mi sol personal”
Cerró los ojos y se abrazo con toda su fuerza a mi costado. En ese momento centre mí vista en el espejo y sus ocupantes que nos espiaban desde el otro lado de la habitación y lo entendí todo: mi salida del sueño, el olor a sol y la sonrisa que se dibujaba sobre mi rostro. Poco a poca deje que su calor que extendiera por mi costado, que mi respiración cesara para escuchar la suya y que mis latido que coordinaran con los suyos.
Yo no olía a sol, quien olía a sol era él, solamente pasamos tanto tiempo juntos que su olor se adhirió a mí.
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