martes, 12 de enero de 2010

desconocido

No veo por qué la prisa, no veo por qué el deseo, no veo por qué la necesidad, no veo sencillamente estoy ciega. Tu rostro ha cambiado, tus ojos tiene un extraño brillo: ¿vida?,¿ es eso lo que brilla en tus ojos?, tu piel tiene un color sano e incluso puedo decir que tu olor ha cambiado. Ya no eres la persona que conocí hasta hace poco te vez más feliz, como si hubieras hallado lo que te hacía falta.

Como te envidio, si lo supieras dejarías que me consumiera a mi misma en mi creciente enojo, no te odio; solo te envidio pero aun así jamás intentare hacerte infeliz, mi envidia no condena tu felicidad, pues más que envidiarte a ti envidio tu felicidad, me quema como acido que deshace mis entrañas y aun la destrucción de tu felicidad no me traerá paz solo empeorara el tormento que me consume por dentro.

Ansío con todo mi ser poder conseguir felicidad, que la quemazón desaparezca, que la envidia se valla y sobre todo ansío la paz que hace tanto me abandono.

No me mal entiendas tu felicidad no es algo que odie ni algo que desee destruir solo algo que deseo entender pues no entiendo por qué deseas con tantas ganas el calor otro cuerpo junto al tuyo, porque apeteces unos labios que se adhieran a los tuyo en un intento de poseerte, el por qué deseas a un intruso de tu soledad.

No lo entendiendo, sencillamente no puedo ver en qué consiste este asunto del amor y por que no puedes escapar de él.

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