Entendido como el caos que se desata al interior.
"El horizonte se extendía mas allá de la vista y de la imaginación de los náufragos que se aferraban a una tabla en medio de la infinidad oceánica. Jhon empezaba a sospechar que cada vez que parpadeaba, el horizonte se extendía un par de centímetros y pensaba en la voz de su viejo profesor de matemáticas: “Lo que pasa es que tiende al infinito” nunca había entendido esa expresión hasta hoy, cuando veía al horizonte ensanchándose milímetro a milímetro. Adrian y Luis estaban al borde de la locura, habían sentido (lo que sospechaban) tiburones tocándolos bajo el agua, antes de marcharse a las profundidades. Adrian había estallado en un inútil ataque de gritos y había continuado así durante dos horas antes que se le acabara la voz. Luis había rezado a cuanta religión recordaba, incluso creo dos más y oró en nombre de la guardia costera, pero ahora era sólo un manojo de nervios que también había empezado a gritar ya llorar. La noche llego y los cuerpos de Adrian y Luis se alejaba flotando, boca abajo hasta perderse en el horizonte, dejando sólo a Jhon. Cuando la guardia costera los rescato a la mañana siguiente se escuchaba entre los tripulantes del barco la admiración ante la serenidad del naufrago, mientras él continuaba con la vista fija en el horizonte que tiende al infinito y en su interior, había estallado hace mucho un ataque de pánico tan intenso que nunca pudo liberase de él ni del silencio que lo envolvía"
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