Estaba exhausto, ya no podía negarlo más. Con el alma hecha de confeti y
el deseo resquebrajado se dio cuenta que no podía segur avanzando. Ya no tenía
sentido continuar y todas sus metas se disolvieron, con una efervescencia que
aun resonaba en sus oídos; pero aun así siguió caminando, desgastando sus
zapatos y sus sueños, dejando pasar los años y olvidando la juventud. ¿Por qué continuar?
Bueno, sencillamente estaba exhausto de rendirse.
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