a tienda de la esquina se vació hacía el medio día, el sol calcinante se alzaba sobre todo el polvo del pueblo, afuera, en la acera, sobre un viejo tronco caído que reposaba afuera, estaba sentado un gato, que ronroneando meneaba la cola de izquierda a derecha. Los bandidos miraban con precaución la pequeña tienda, el botín no era mucho, pero lo único que podía sacarlos de ese polvoroso agujero, los tres hombres cruzaron la calle vacía y sacaron sus pistolas.
El ruido despertó al gato, que con un movimiento ágil, desenfundo sus propias armas: Sacando garras y colmillos atacó la entrepierna de uno de ellos, desgarrando y haciendo tiras de carne, el hombre asustado empezó a agitarse tratando de desprender al animal, pero en medio de su ataque de pánico sólo logró dispararse en la pierna, haciendo que la sangre brotara como si se tratara de una catarata. Uno de sus compañeros en su afán de matar al gato, lanzo otro disparo que impacto en su estomago y lo hizo caer, mientras el cuerpo caía, el gato se lanzó a la cara del segundo atacante. Los hombres con la mirada atónita y la mente lena de estupefacción no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo.
El segundo hombre se sacudía mientras sentía el gato mordía sus ojos y enterraba sus garras en las orejas. El hombre golpeaba al gato con la culata de su arma, esperando matarlo, pero este, es un propio azar desgarro el cuello del hombre con sus patas traseras: tal como una cuchillada en medio de la garganta.
El cuerpo cayó y el gato se dispuso a atacar al tercer hombre, espectador de lo improbable, el cobarde, en cuanto sintió la mirada del gato sobre él; hecho a correr, pero el ágil animal, se lanzo a sus piernas y lo hizo tropezar, con tan mala suerte que el hombre aterrizo de cabeza en el viejo tronco. Su cuello sonó como un palo viejo que se rompe bajo el peso de una pisada, se ahogaba de apoco y cuando se dispuso a gritar por ayuda, el gato termino el trabajo, dejando caer su panza peludo sobre la cabeza inmovil del villano y asfixiandolo bajo su peso.
Adentro de la tienda, el anciano vendedor se asomó al escuchar que todo había terminado, tomó el teléfono y llamo al Comisario local: "¿Hola, comisario? Unos ladrones intentaron atacar mi tienda, pero no se preocupe, el gato guardián se encargo de ellos"
No hay comentarios:
Publicar un comentario