miércoles, 9 de abril de 2014

Día 68: Infectó

Ella no sabía que allí, bajo su piel, su torrente sanguíneo se inundaba con miles de millones de pequeños virus, en un constante crescendo: cada capilar cada vena, cada tejido se llenaba de apoco y se disolvía, cual pastilla efervescente. La sangre llenaba los espacios muertos, adquiriendo un tono marrón imperceptible desde la superficie de su cuerpo, cada segundo que pasaba las células blancas se hacían menos y menos aptas para combatir la infección: su vida se acortaba de manera drástica e irremediable. Desde que se infectó, sólo habían pasado un par de horas y la única pista que tenía, era una ligera fiebre.

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