viernes, 11 de abril de 2014

Día 70: Construcción.



Lo habían contratado para vigilar la construcción de los nuevos almacenes en el limite de la ciudad, cerca a la vía del tren. Martín recorría los pasillos de ladrillo limpio, llenos de escombros y material de construcción olvidado en el suelo. La obra llevaba parada un par de meses, pero una inyección de presupuesto del gobierno local había reactivado el proyecto; nadie había estado en ese lugar en mese y ya que al día siguiente los trabajadores reiniciaban el trabajo, era vital saber si todo era seguro.

Los pasos de Martín resonaban por los amplios salones, haciéndolo sonar como un gigante que caminaba entre sobre un montón de tubos de acero. Le pareció escuchar algo, como un leve murmullo que venia de lejos; se detuvo un momento y escuchó atentamente, pero todo permanecía en silencio. Una gota de sudor nerviosa bajo por su frente y se introdujo en su ojo, el ardor lo hizo cerrarlo justo en el momento en el que creyó ver una figura moviéndose por el rabillo del ojo.

Quiso apuntar la linterna, pero las baterías fallaron dejándolo a oscuras en medio de la construcción, desenfundo su navaja y con nervios la movía rápidamente a su alrededor, el sonido de pasos se incrementaba a su alrededor: al principio eran dos, luego diez y luego cien. El terror trepaba por su vientre dejando tras de si una mancha de liquido caliente que se extendía por sus pantalones y llenaba sus zapatos a la par que la navaja aumentaba su velocidad danzando en el aire alrededor de Martín. Cuando creyó que ya no podía ser mas aterrador, un dedo pegajoso y suave acarició su rostro.

Un grito desgarró la noche y se escucho a lo largo de todo el pueblo, una multitud de curiosos hombres armados entraron sujetando antorchas y linternas mientras buscaban con desesperación a Martín; sin embrago y tras varios días de búsqueda sólo pudieron encontrar una linterna sin pilas y una navaja cubierta de una extraña baba verde.

Después de su desaparición, algunos hombre ocuparon su puesto cuidando la vieja construcción, pero todos huían despavoridos a la mitad de la noche cuando veían figuras que se deslizaban tras el rabillo del ojo. La obra inconclusa sigue allí, desierta, a la margen del pueblo cerca a las viejas vías del tren, y dicen los lugareños, que en medio de la noche silenciosa se puede escuchar algo que repta entre los escombros.

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