domingo, 27 de abril de 2014

Día 84: Cascabel.

Miró el cuerpo con terror, en ningún momento pensó dispararle, sólo quería que se quedará para poder hablar y decirle que lo sentía, pero allí estaba: su cuerpo que se enfriaba, podía sentir el calor escapando de ella, su pecho inmóvil y una palidez que se agravaba con el paso del tiempo. Sostuvo un momento su mano con su pendiente de cascabel, ahora silencioso y pensó que nunca más volvería a escuchar anda de ella.
Metió su cuerpo en la cajuela del auto se alejo como bólido por las callejuelas y caminos mas desolados que recordaba, pensaba que hacer con ella: ¿Tirarla al rio? No, quería que la encontrar de manera digna (¿de verdad quería que la encontraran?) ¿y si mejor la quemaba? ¿Que hacer, que hacer?
Bajo del auto y empezó a cavar a un lado del camino, una tumba era lo que ella necesitaba, era lo digno y lo justo, usaba sus manos, salió tan rápido que no pensó en una pala, así que le estaba tomando mas tiempo del necesario ¡La palanca! Con eso cavaría mas rápido, se detuvo un momento y se acercó al auto para sacarla; pero en medio del silencio de la noche, pudo escuchar como arañaban la cajuela y el tintinear de un cascabel.

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