La
idea que el todo haya iniciado desde la nada, es contradictoria a todo lo que
siempre se ha sabido: La materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma;
al igual que la energía, es por eso que hoy les cuento al historia desde el
comienzo.
Al
principio, todo estaba ocupado por una energía, incontenible e indetenible,
capaz de alterarse a sí misma: Tiempo. El tiempo lo llenaba todo, ocupando la
existencia como una vasija que llena un cántaro, fluyendo siempre hacia adelante, incapaz de
regresar sobre si mismo, el camino que trazó el curso del tiempo fue conocido
como espacio.
El
tiempo y el espacio se mezclaron: contenedor y fluido existiendo, modificándose
y evolucionando de manera rítmica; chocando y dilatándose forjaron un punto
donde su colisión trajo a la existencia algo nuevo: materia.
Materia
densa, voluble, ligera, fría, caliente; en todas sus presentaciones la materia
se movía en el curso de la existencia de manera caótica, hasta que el curso del
tiempo y el espacio le permitió congregarse
y crear estructuras: grandes, chicas, complejas, simples, firmes o
frágiles. Pero hubo una estructura en particular se llevaba los aplausos.
La
vida inicio de apoco, en medio de la corriente de la energía y la materia,
atrapada en el curso del tiempo y el espacio; en constante cambio y como
legitima heredera de todo lo que hubo al comienzo, la vida utilizo el tiempo
para crecer, hacerse compleja y variada.
Pero
a pesar de todo su cambio y esfuerzo, la vida seguía atrapada en el torbellino del
existir y a la larga, la misma energía
que la había dado a lugar, la reclamó. Lo que existe no puede irse a la nada, y
de la nada no puede surgir algo que exista. La vida, cuando le llegue su
momento no tendrá opción mas que regresar al tiempo y al espacio.
Así
que ya lo sabes, cuando te sientas omnipotente, recuerda, no eres mas que un
cumulo de tiempo dando vueltas en el agitado rio del existir.
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