Para ser sincera, esta no es una palabra real, pero ha despertado mi
imaginación, así que la definiremos como “El aplastante poder del Tiempo”
Havin había viajado toda la noche por el desierto, en retrospectiva caminar
no había sudo una buena idea, pero si deseaba encontrar al anciano debía ser
meticulosa y buscar en cada grano de cada duna. “Maldita sea” pensó para si.
La luna llena se asomaba cerca al horizonte, como si una colina la
estuviera pariendo, iluminaba el desierto como un pálido sol: el juego de negro
y plateado se proyectaban en todas las caras de las dunas cada grano de arena
estaba iluminado, al menos parcialmente facilitando el trabajo de Havin. El
tiempo pasaba y ella comenzaba a desesperarse:
-¡Sal ya maldito cobarde! –Le grito al desierto silencioso mientras
pateaba un montón de arena, un viento frio le revolcó el cabello largo y la cubrió
de arena hasta las rodillas -¡Ya te escuche, llevas hablando por horas pero no
dices nada útil!
La luna siguió silenciosa en el cielo, inmóvil. ¡Inmóvil! La luna no había
viajado en toda la noche, seguía posando sobre la misma colina. Havin entorno
los ojos: había una figura sentada en la cima; empezó a correr en esa dirección
mientras el viento la impulsaba y limpiaba la arena a su paso. Subió con
dificultad y allí, a sombra de una palmera que se marchitaba y nacía cíclicamente
estaba sentado un joven.
-No eres un sujeto fácil de encontrar –Dijo Havin, tratando de recuperar
el aliento.
-No suelen venir a buscarme –Respondió el hombre que había empezado a
envejecer – Además, estabas tan entretenida en tu berriche que no quise
interrumpirte.
-Necesito tu ayuda, todos necesitamos tu ayuda –Havin empezaba a
molestarse: él sabia que ella lo estaba buscando y aun así decidió ignorarla. –Zilion
hizo…
-Lo sé, un fragmento del universo ha empezado a apagarse, le quedan 56
horas antes de colapsar –El hombre se hizo decrepito, lucia tan viejo y reseco como la arena en la que estaba sentado –Deberían
darse prisa y hacer algo en lugar de venir a
acusar a su hermano.
-Vengo por tiempo, no sabes donde está y… -Havin se dio cuenta que no le
estaba prestando atención.
-No les voy a dar un solo segundo más: arreglen esto ente ustedes –el hombre
había vuelto a rejuvenecer, ahora era sólo un adolescente de voz chillona.
-Pero…-Havin se cansó, no había cruzado todo el desierto para esto. Así
que cansada sacó de su bolsillo lo que parecía ser una daga, pero al tomarla
del mango y estirar el brazo con fuerza, una lanza emergió –No aceptare esa
respuesta.
-¿De verdad quieres pelear? –El hombre nuevamente había madurado:
algunas canas plateadas relucían en sus sienes –Como quieras.
El hombre metió su mano en la duna y con repentino movimiento se abalanzó
sobre Havin, desenterrando un gran mazo que parecía ser de oro. Ella sólo pudo
hacerse a un lado mientras el montículo desaparecía por la fuerza del golpe.
Era obvio que ella no era rival para su padre.
-Esta es mi otra respuesta, tu decides con cual quieres quedarte –El hombre
recostó el mazo sobre su hombro –Ya me cansé de sus juegos, como si cada tanto
tuvieran el derecho de decidir quien de ustedes va a morir y se entregan a una cacería
donde luego yo tengo que cargar con los muerto. Bueno, si se sienten en ese
derecho, decidan ustedes, pero si en 56 horas no ha regresado la energía a ese
fragmento del universo –El hombre, ahora anciano y reseco de nuevo, señaló un
pinto opaco en el cielo –Voy a buscarlos, y al primero que encuentre, terminará
bajo el mazo.
El hombre se reseco al punto que se esparció con una corriente de arena,
permitiéndole a la luna avanzar por el firmamento y cubrir el fragmento de
cielo oscurecido.
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-¿Y bien? -Preguntó Tsai cuando
Havin regreso del desierto -¿Encontraste a Padre?
-Sí –Dijo ella, visiblemente cansada.
-¿Qué dijo? –Preguntó inquieto.
-Que nos las arreglemos nosotros, que tenemos… -Miró su reloj- 52 horas
para regresar la energía faltante o usará la Cronocracia con alguno de
nosotros.
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