miércoles, 25 de junio de 2014

Día 145: Cronocracia.


Para ser sincera, esta no es una palabra real, pero ha despertado mi imaginación, así que la definiremos como “El aplastante poder del Tiempo”

Havin había viajado toda la noche por el desierto, en retrospectiva caminar no había sudo una buena idea, pero si deseaba encontrar al anciano debía ser meticulosa y buscar en cada grano de cada duna. “Maldita sea” pensó para si.

La luna llena se asomaba cerca al horizonte, como si una colina la estuviera pariendo, iluminaba el desierto como un pálido sol: el juego de negro y plateado se proyectaban en todas las caras de las dunas cada grano de arena estaba iluminado, al menos parcialmente facilitando el trabajo de Havin. El tiempo pasaba y ella comenzaba a desesperarse:

-¡Sal ya maldito cobarde! –Le grito al desierto silencioso mientras pateaba un montón de arena, un viento frio le revolcó el cabello largo y la cubrió de arena hasta las rodillas -¡Ya te escuche, llevas hablando por horas pero no dices nada útil!

La luna siguió silenciosa en el cielo, inmóvil. ¡Inmóvil! La luna no había viajado en toda la noche, seguía posando sobre la misma colina. Havin entorno los ojos: había una figura sentada en la cima; empezó a correr en esa dirección mientras el viento la impulsaba y limpiaba la arena a su paso. Subió con dificultad y allí, a sombra de una palmera que se marchitaba y nacía cíclicamente estaba sentado un joven.

-No eres un sujeto fácil de encontrar –Dijo Havin, tratando de recuperar el aliento.
-No suelen venir a buscarme –Respondió el hombre que había empezado a envejecer – Además, estabas tan entretenida en tu berriche que no quise interrumpirte.
-Necesito tu ayuda, todos necesitamos tu ayuda –Havin empezaba a molestarse: él sabia que ella lo estaba buscando y aun así decidió ignorarla. –Zilion hizo…
-Lo sé, un fragmento del universo ha empezado a apagarse, le quedan 56 horas antes de colapsar –El hombre se hizo decrepito, lucia tan viejo y reseco  como la arena en la que estaba sentado –Deberían darse prisa y hacer algo en lugar de venir a  acusar a su hermano.
-Vengo por tiempo, no sabes donde está y… -Havin se dio cuenta que no le estaba prestando atención.
-No les voy a dar un solo segundo más: arreglen esto ente ustedes –el hombre había vuelto a rejuvenecer, ahora era sólo un adolescente de voz chillona.
-Pero…-Havin se cansó, no había cruzado todo el desierto para esto. Así que cansada sacó de su bolsillo lo que parecía ser una daga, pero al tomarla del mango y estirar el brazo con fuerza, una lanza emergió –No aceptare esa respuesta.
-¿De verdad quieres pelear? –El hombre nuevamente había madurado: algunas canas plateadas relucían en sus sienes –Como quieras.
El hombre metió su mano en la duna y con repentino movimiento se abalanzó sobre Havin, desenterrando un gran mazo que parecía ser de oro. Ella sólo pudo hacerse a un lado mientras el montículo desaparecía por la fuerza del golpe. Era obvio que ella no era rival para su padre.
-Esta es mi otra respuesta, tu decides con cual quieres quedarte –El hombre recostó el mazo sobre su hombro –Ya me cansé de sus juegos, como si cada tanto tuvieran el derecho de decidir quien de ustedes va a morir y se entregan a una cacería donde luego yo tengo que cargar con los muerto. Bueno, si se sienten en ese derecho, decidan ustedes, pero si en 56 horas no ha regresado la energía a ese fragmento del universo –El hombre, ahora anciano y reseco de nuevo, señaló un pinto opaco en el cielo –Voy a buscarlos, y al primero que encuentre, terminará bajo el mazo.
El hombre se reseco al punto que se esparció con una corriente de arena, permitiéndole a la luna avanzar por el firmamento y cubrir el fragmento de cielo oscurecido.
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-¿Y bien?  -Preguntó Tsai cuando Havin regreso del desierto -¿Encontraste a Padre?
-Sí –Dijo ella, visiblemente cansada.
-¿Qué dijo? –Preguntó inquieto.

-Que nos las arreglemos nosotros, que tenemos… -Miró su reloj- 52 horas para regresar la energía faltante o usará la Cronocracia con alguno de nosotros.

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