La
parte del cuerpo, no el objeto.
El viento ingresaba por la ventaba en la cálida noche
de verano; los mosquitos zumbaban al rededor, esperando su turno para
alimentarse. Un tajo de luna estaba suspendida sobre la casa alargando las
sombras del jardín y dándole y un tono sombrío a la calle.
Marcela
estaba inmóvil, sólo una respiración ocasional y un gemido ahogado daban
testimonio de la vida que envolvían. El hombre estaba sobre ella olfateando a
través de la delgada piel de su cuello el punto exacto donde la sangre casi
rosaba el aire.
El
hombre recorrió el hombro a pocos centímetros olfateando el aire cálido que
emanaba el cuerpo se deslizo por el delgado y brazo hasta la muñeca; y haciéndole
agua la boca reseca; el vampiro prosiguió a sacar a la sangre tan lenta y
continuamente como podía.
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