A Sofía.
Y a todo aquel al que le pueda interesar.
Querida Sofia, he pospuesto esta carta más de cien
días, pero la pregunta que me consume me ha dejado como un cascarón vacío, sin más
que angustias y desvelos. El insomnio vive en la cama conmigo y el tiempo
parece tropezar con la misma piedra segundo a segundo.
Me han contado que tienes un nuevo trabajo, una casa
de ensueño y unos hijos adorables con el cabello ocre y los ojos verdes. Me han
dicho que el cambio de clima te ha sentado muy bien, que ya no se te enfría la
nariz en las mañanas, entonces ya nadie te la calienta a besos. Me han dicho
que ya note tiemblas las manos y por eso ya no le tomas las manos a nadie.
A mi todavía se me enfrían los labios y ya nadie me
los entibia, sigo con pesadillas, pero ya nadie me consuela en la noches. Aun
no aprendo a cocinar, y como consecuencia he bajado 5 kilos en un mes; la gente
incluso me pregunta si tengo cáncer o algo así, y yo sólo puedo mirarlos con
nostalgia.
Pero no es mi interés darte lastima ni mucho menos,
sólo te doy un poco de contexto para que respondas la pregunta ¿valio la pena
haber partido?
Con cariño.
Tu flaco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario