Creo, sin temor a equivocarme que he descubierto una maquina
del tiempo: unipersonal o grupal, de Creo, sin temor a equivocarme que he descubierto una maquina
del tiempo: unipersonal o grupal, de energía ilimitada-, sin restricciones
gubernamentales. Capaz de llevarme al último rincón de mi memoria, de hacerme
recorrer viejos pastizales secos que truenan bajo el peso de mis pies
descalzas, un rio suicida frio y ancho que baja por las montañas, precipitándose
por un acantilado; ese beso mágico
con sabor a sangre y a manzana, el olor de un perfume en la mañana y el
chapotear de la lluvia en la noche.
Esta máquina del tiempo tiene un coste de funcionamiento, como todas las cosas: se alimenta de dolor, sordo y agudo, profundo y crónico que se mueve como olas bajo la piel, que picotea el alma y convierte las noches en insomnios. Yo viajo hacia el pasado en la nostalgia.
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