Había un aire diferente en el herreria, el aire caliente y espeso, el constante olor al metal rojo y al sudor del herrero creaba un ambiente diferente, casi magico, como si mas que forjar el metal, el anciano estuviera haciendo alquimia.
Afuera el mundo se movia lentamente, al ritmo del golpe del martillo del herrero quien no despegaba su vista del yunque y sentia al fuego expandirse por la habitación. Mientras las generaciones avanzaban, progresando hacia el mañana, él continuaba en su labor.
Pocos entendian que ese viejo herrero,en el antiguo taller olvidado forjaba el tiempo con su martillo
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