Estaba ebrio, la
verdad no podía recordar cuando fue la ultima vea que estuvo sobrio; pero no
importaba; así era él y así lo soportaban todos. Se pasaba las tardes y las
noches en el viejo bar de Ramirez y la mañana durmiendo.
La razón por la que todos lo soportaban, era don Fabian Velorzono, un
hombre honorable, padre del ebrio y quien en muchas ocasiones terminaba pagando
las cuentas de su hijo. Ese miserable gusano era todo lo que el viejo bombero
tenía por compañia en los ultimos días de su vida. Literalmente los ultimos,
años y años de rodearse del negro humo de los incendios habian dejado sus
pulmones como pasas: secos, negros y arrugados, cada respiracion era como
escuchar pasar un puñado de arena por un tubo de metal.
Una noche, sin mas
advertencia que la vida misma, un fornido policia, venido desde la capital,
ingreso al bar del viejo Ramirez, la figura de aquel gigante de ojos hundidos
sentado en el pequeño banco al fondo de la habitación llamaba la atención de
todos, generando pequeñas burlas que eran opacadas por la mirada fria y
penetrante del hombre.
El ebrio no tardó
en hacer su aparición y mucho menos en empezar la provocación hacia el policía,
confiado en que su posición de "protector del civil" lo guardaría de
cualquier ataque de rabia. Las bromas se hicieron largas y se extendieron
durante la noche, algunos consumidores lanzaban miradas de preocupación cuando
en medio de los juegos, el ebrio empujaba al gigante manso.
De repente y sin
previo aviso, el oficial sacó su revolver y esparció el cerebro maltrecho y
atrofiado del ebrio sobre la barra, dejando un charco de sangre que de apoco
tomaba la forma de africa sobre el suelo del bar.
El policía termino
su trago y ante la sorprendida mirada de todos dijo "Fabian y yo
trabajamos juntos algunos años y nos hicimos grandes amigos; últimamente él
estaba preocupado por lo que pasaría con su hijo cuando el muriera" el
hombre dejó escapar un lagrima por el rabillo del ojo y terminó "Como iba
a negarle esa paz a mi amigo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario