Hoy he escuchado del peor negocio de la historia: alguien cambio su alma, su corazón, su amor incondicional; en las buenas y en malas, en el frió y el calor, el hambre y la enfermedad; a pesar de la violencia, la soledad y el desinterés.
Alguien prometió siempre hacer compañía sin importar la falta de igualdad, el abismo entre los dos amores, la posición de esclavo, la humillación y el dolor.
Todo esto a cambio de un plato de comida, un tazón de agua y un lugar para dormir. Los perros fueron pésimos negociantes
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