La luna llena era la única testigo de aquel hombre en la playa, arrodillado con las manos ensangrentadas arrojando arena a sus espaldas; el sonido del mar llenaba sus oidos, cada tanto se detenia, creyendo haber escuchado un barco rompiendo el oleaje o los pasos de un extraño chapoteando en el agua.
Pero cuando nada pasaba, el hombre seguía cavando con prisa, agitándose y llenando sus pulmones de arena un grano a la vez, le dolían las uñas, las sentía llenas de pequeñas agujas danzantes, el dolor iba creciendo en combinación con la sal del mar y de su propio sudor. La uña de su dedo indice salió volando cuando arrastró su dedo sobre el cofre de madera humeda.
El hombre uso todas sus fuerzas, ya reducidas, para sacar el cofre, se relamio los labios meintras sus dedos continuaban sangrando; usando la vieja llave que compró en el mercado pudo abrir el cofre: Estaba lleno de arena y pegados a la parte interna de la tapa; un par de guantes.
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