viernes, 1 de agosto de 2014

Día 180: Bruja.


La multitud se conglomeró a las afueras de la casa vieja. Adentro la anciana y sus dos hijas miraban como el gentío enardecido encendía las antorchas y mostraban sus machetes y cuchillos mientras le exigían salir para pagar por la sequía, la plaga y la miseria que las brujas habían traído al pueblo.
La anciana, seca y decrepita como una momia sin vendajes se asomó la puerta, seguida de sus hijas, dos mujeres jóvenes que tentaban a los hombres del pueblo. La viuda imploró por sus vidas diciendo que la llegada de las calamidades había sido una mera coincidencia, y debido a que nadie podía levantar una queja puntual y real sobre la familia, al multitud empezó a disolverse lentamente.
Hasta que el cura del pueblo arrojó, guiado por un sentido casi divino, una pequeña cantidad de agua bendita sobre las mujeres, que empezaron  gritar y a expulsar humo de las heridas que el agua dejaba en sus pieles.

La multitud se reagrupo rápidamente mientras el cura continuaba arrojando agua  a las mujeres, pero cuando creían que las tenían en su poder, se convirtieron en un tres pajaros blancos que se alejaron gritando en medio de la noche 

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