El
cementerio estaba oscuro y frio, las lapidas eran similares a oscuridad
condensada, salpicando de solidez la bruma del escenario. El cazador agudizaba
sus sentidos a la espera del vampiro. La criatura se mostraba como una sombra
pegajosa que se deslizaba por el pasto seco y crujiente. El cazador disparó una
bala de plata hacia las sombras y una carcajada aguda se disipó como fuego en
un mar de gasolina.
-¿De
verdad creías que podrías matarme tan fácilmente? –La voz del no muerto era
aguda y se plegaba como un coro de niños famélicos.
Una
amplia sonrisa se dibujo por el rostro del cazador –“No” –Dijo girándose repentinamente
–“Sólo necesitaba confirmar donde estabas” –El cazador disparo de nuevo. Esta
vez un chillido agudo se extendió por todo el campo arañando las lapidas.
Una
figura pálida como la leche, con la piel cuarteada y reseca como un hueso
emergió mostrando una dentadura llena de agujas amarillentas. El cazador
disparó varias veces mas, pero el monstruo se abalanzó sobre él y enterró sus
dientes en la carne fresca y suave del hombre. Este volvió a disparar el arma
atorada entre ambos cuerpos y el vampiro se disolvió como una nube de polvo
arrastrada por el viento. El cazador se llevó la mano al cuello y sintió la
sangre fluir; empezó a sentirse mareado y adolorido. Lanzo una sonrisa melancólica
a la noche mientras se ponía el arma en la boca y pensaba “¿Que sería del
oficio sin los riesgos?”
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