El lugar estaba apunto de reventar, las personas que no habían podido
entrar a la función hacían fila, dándole ya la vuelta a la manzana. El rumor
del gran espectáculo de payasos había recorrido ya varios pueblos, y personas de
otras localidades venían a disfrutar el show.
Adentro, la espera no tuvo lugar y los payasos hicieron su aparición,
saltando de la torre de los trapecistas y rebotando en el suelo como si fueran
de goma, simulando un incendio y corriendo por el escenario en llamas mientras
vapor salía de sus trajes. En un punto del show uno de los payasos fue desmabrado
limpiamente por los otros, y estos pasaban los miembros que se retorcían como
gusanos, al público; entre tanto la cabeza del payaso se mostraba atónita, con
un gesto divertido en medio de la arena.
Las funciones se extendieron hasta las 2 de las mañana, cuando el
maestro despidió al público y cuando todos se hubieron ido, el maestro de
ceremonias metió a los monstruos disfrazados de payaso de regreso a las jaulas.
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