La mudanza estaba tardando mas de lo normal, habían demasiados muebles
para sacar de la casa y los dueños querían irse esa misma noche, así que
ofrecieron a los hombres de la compañía, un pago extra por trabajar de mas.
Santiago empezaba a sospechar que el dinero no valía la pena: los muebles eran
demasiado voluminosos y la casa era muy grande, con muchas habitaciones.
La vieja mansión de apariencia colonial, con acabados de madera y granes
lámparas polvorientas tenía un aspecto tenebroso a la luz del ocaso. Pero al
menos ya casi habían terminado, sólo quedaba vaciar la vieja biblioteca, donde había
un gran sillón y una lámpara cubiertos pos una sábana blanca.
Santiago pensó en cargar la lámpara y dejar a Moisés y Nelson con el
sofá, pero al tocar la sábana notó que esta fría; su contorno era mas grueso de
lo esperado: lo que fuera que hubiese allí era mas grande que una lámpara.
-¡Hey! –gritó Moisés a sus espaldas –deja de perder el tiempo allí y ayúdame
con el sofá que es lo ultimo que hace falta.
-¿Por qué no cargas eso con Nelson y yo llevo esta lámpara, de todas
maneras, ustedes son mas grandes?
-¿De que lámpara hablas? –Dijo Moisés con un gesto de enojo.
-Pues esta de aq… -Cuando Santiago se giró, no había mas que una sabana
blanca extendida sobre el piso.
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