Se extrajo un poco de sangre y la deposito en el delgado tubo de
acrílico. La agitó un poco y esta se extendió por las paredes del colector como
manos pegajosas y agónicas que buscaban con desesperación la salida.
Al interior, un grupo cada vez menor de celular rojas se agitaban como
balsas en un mar carmesí, células blancas se disolvían y estallaban como
palomitas vacías en medio de una salsa viscosa. Pequeñas plaquetas se
aglutinaban en el fondo, encerrándose a si mismas en una barrera granate e
irregular; en medio de todo, seres con apariencia futurista y extraterrestre,
similar a naves proteicas se desarmaban guiadas por milenios de evolución y
suerte, encajándose en los armazones de la vida. Como fichas de rompecabezas que
mutan y cambian su forma para transformar de apoco el dibujo final.
El virus logro camuflarse, usando el bote salvavidas de proteínas se
replico así mismo, usando la fuerza de su adversario en su contra había logrado
mejorarse a si mismo hasta niveles insospechados e incontenibles. Para el final
del día, dentro de los diales llenos de sangre que viajaban camino a un mercado
negro de armas biológicas, iba empaquetado un nuevo lote de “Selección Natural”
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