Sin
importar la hora del día o de la noche, desde dentro la gran cueva que rasgaba
a l montaña, abriendo camino hacia las entrañas de la tierra; había una luz que
brillaba con asombrosa potencia, creando un camino en permanente alborada. El
misterio llenaba la montaña y las comunidades cercanas, la naturaleza de la luz
era todo un interrogante.
Muchos
habían intentado llegar a ese lugar, pero eran cegados por la potencia de la
luz conforme se acercaban a la cueva y caían por los barrancos incapaces de
orientarse por las rocas y despeñaderos que formaban el contorno de la montaña.
Con el paso del tiempo, y las frecuentes muertes el misterio se acrecentó, pero
las personas dejaron de ir, sencillamente era demasiado peligroso.
En
una noche sin luna, un grupo de jóvenes miraban atentamente la cueva, tratando
de develar los secretos de la luz, cuando notaron que la luz crecía un poco;
uno de ellos entornó sus ojos y pudo ver que no era un haz o una bola. Era una
figura humanoide que observaba desde lo alto.
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