martes, 12 de agosto de 2014

Día 190: Tabaco



La habitación estaba oscura, los objetos estaban difuminados e ingrávidos esperando el contacto de la luz. Como un agujero de otra dimensión, la punta de un cigarro encendido despedía una luz tenue y olorosa que iluminaba el rostro de un anciano deteriorado por el paso implacable de los años. El hombre respiraba forzosamente, probablemente tratando de movilizar los últimos litros de aire que alguna vez podría disfrutar.

El hombre observo la tormenta por la ventana, apago el tabaco y espero en silencio. Marcela entro en la habitación sacudiendo el paraguas para secarlo. Su traje de luto estaba empapado desde el cementerio. Un olor a tabaco llenó la habitación, algunas lágrimas rodaron por su mejilla y se perdieron en su blusa mojada: no había notado lo mucho que iba a extrañar a su padre

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