martes, 30 de septiembre de 2014

Día 239: Placa.


En medio de la estrechura y la oscuridad, estaba acurrucada  en una orilla; había un pulso tibio y húmedo que la acariciaba, evitaba  moverse pues esta constante caricia le traía sosiego y paz a duro interior. Los años pasaron y aunque el constante flujo de calor y humedad la arrullaba; la idea de que había mas allá de esa esquina empezó a inquietarle: las sorpresas que esperaban después de la curva siguiendo el flujo.
Un día, con el flujo particularmente denso, se estiró un poco dejándose elevar por la corriente: recorrió un largo y sinuoso laberinto que se ensanchaba y se estrechaba en otras secciones; el flujo también cambiaba: se hacía lento y denso en algunos sectores mientras en otros lugares era liviano y turbulento. Pronto encontró un orificio que no pudo atravesar: el flujo a su alrededor rebosó el contenedor inundando todo a su al redor: la muerte fue inevitable. La placa de grasa había ocluido el flujo de sangre hacía de cerebro de manera catastrófica.

Fue el acta de defunción la única testigo de ese viaje: “Causa de muerte: Tromboembolismo”

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