Nadie
había visto a Iván en tres días, sus compañeros están muy preocupados por él, aparentemente
la ruptura con su pareja lo había puesto depresivo y un tanto agresivo, así que
me arme de valor y atravesé la oscura taberna llena de humo de cigarrillo y
cerveza derramada por el piso.
Iván
estaba sentado en una de las mesas del fondo, dándole la espalda a la puerta;
su cabeza se mecía producto, de lo que supuse, era un estado de ebriedad
bastante profundo. Me senté en la mesa junto a él, la jarra estaba casi vacía y
a juzgar por el líquido derramado en la mesa llevaba allí un buen rato.
-Vamos
Iván, lo que buscas no está en ese vaso –Le digo mientras intento levantarlo –Ven,
después que duermas te sentirás mejor…Bueno tal vez no mañana, o esta semana, o
este mes…Mira, tu sólo confía en mí.
-¿Sabes?
–La voz de Iván era densa y gangosa, su aliento estaba tibio y olía a vomito
fresco –Tú me dijiste que no estaba listo para una relación seria, pero yo no
te creí. Pensabas que tenías celos o algo así.
No
presto mucha atención a sus palabras, me concentro en respirar por la boca para
que su aliento no me haga vomitar a mí también. Al llegar a la calle, extiendo
una mano para llamar un taxi que viene por la esquina.
-Pero
si te hace sentir mejor, creo que mi relación fracaso porque soy signo tierra,
y ella era agua –Hizo un gesto con la mano, como un orador que está a punto de alcanzar
la cúspide de su discurso –Al juntarnos sólo pudimos hacer lodo.
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