jueves, 3 de julio de 2014

Día 153: Metro.


La estación del metro se había desocupado hace unos minutos, era extraño como la multitud se había desintegrado, dejando de lado su palpitar, su calor y su bullicio para que la locación fuera ocupada por el ruido de las ratas corriendo por los tunes y el titilar de las luces alógenas ubicadas cada 20 metros en las paredes mohosas de la estación.

Diego recorría el lugar mientras sus pasos resonaban con el palpitar de un agotado corazón. Era un hombre maduro, con canas que se asomaban por las sienes, dándole un toque distinguido; parecía un empresario de las grandes ciudades con uniforme de vigilante. Su cara ya mostraba algunas arrugas cerca de la línea de la sonrisa, como evidencia de un pasado feliz.

Diego silbaba una vieja canción alegremente mientras pensaba en el mañana, debía comprar huevos, reparar su auto y llamar a su hija. Un ruido llamo su atención: Algo se acercaba muy rápidamente por el túnel, al principio parecía una rata corriendo sobre una tubería hueca, a medida que el sonido se acercaba también se aceleraba, era un repetido golpeteo al piso. Las paredes del recinto empezaron a vibrar y alguna basura que había quedado al borde empezó a caer por el andén.

Sujetándose de una pared Diego se asomo por el borde de la pared: a lo lejos se veían un par de puntos rojos que se acercaban vertiginosamente mientras vibraban “¿Un par de locos corriendo en sus motos por los túneles del metro?” Pensó para sí; pero los puntos se mantenían a igual distancia y corrían a igual velocidad. Un olor nauseabundo lleno el lugar, era como si un ejército de cadáveres en descomposición avanzara por el túnel.

Los ojos de Diego se pusieron húmedos por lo fuerte del olor, mientras la vibración de lugar aumentaba a tal punto que lo tiro de trasero al piso, mientras levantaba su vista atónito hacia el túnel pudo ver como en una fracción de segundo, lo que parecía ser una cruza de perro y rata corriendo en dos patas atravesaba el túnel para perderse en la oscuridad.

Durante ese segundo pudo observar a la criatura: tenia el pelo negro y tan largo que podía arrastrarlo por el piso del lugar  con unas diminutas patas delanteras que terminaban en agarras afiladas y unas potentes y gigantescas patas traseras que impulsaban al extraño ser con una increíble fuerza, era seguido por una larga cola pelada que se agitaba y rompía el aire con chasquido similar al de un latigo. Un hocico largo lleno de dientes puntiagudos que sobresalían, unas orejas largas y puntiagudas, un par de ojos rojos diminutos que se posaban  en medio de una cara similar a la de un perro viejo.

Diego se tomo el techo asustado, la aparición había durado menos de un segundo pero la imagen se había grabado con fuego en su mente. Sin embargo había lgo mas, una tensa calma casi paralizante que recorría la estación. La vibración había cesado pero el olor pútrido continuaba allí, así que haciendo uso  de su valor , con las manos aun temblando tomó su linterna e ilumino la porción del túnel hacia donde había corrido el horrendo ser.


En cuanto siguió con la mirada el rayo de luz sintió su vientre poniéndose tibio y húmedo, esta sensación se extendió por su pierna y se metió en su zapato hasta crear un pequeño charco a sus pies. La criatura estaba allí, justo tras el borde de la pared, mirándolo con eso ojos de fuego, rebuscando en su alma y oliendo el miedo que se desprendía de Diego. El monstruo olfateo un poco el aire antes de darse media vuelta y seguir en su carrera haciendo vibrar el edificio y produciendo un chasquido con su cola mientras se alejaba en medio de la oscuridad. Ambos estaban aterrados, ninguno había visto nada parecido en toda su vida. 

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