lunes, 28 de julio de 2014

Día 177: Motocicleta.


Ezequiel aceleró a fondo a través de la negra y solida autopista, debía llegar pronto a la ciudad si quería hacer esa entrevista de trabajo a la mañana siguiente, si se apresuraba, tal vez hasta alcanzara al dormir un poco. La motocicleta rugía como un animal enfurecido que ataca a una presa de gran tamaño.
En algún punto sus ojos empezaron a cerrarse, como si estuvieran tirados por cadenas, aun así la velocidad no disminuía. El negro perpetuo frente a sí parecía ser un gran túnel sin horizonte ni paredes, no había luna ni estrellas, sólo la perpetúa oscuridad rasgada por el faro de la motocicleta.
Una ola de frio se aposentó en su espalda y empezó a crecer hacia su cuello y orejas, la inconfundible presencia de alguien que lo abrazaba por los hombros se hizo inminente, la distribución del peso de la moto también cambio, ahora era mas lenta y pesada: había alguien en el puesto trasero.
Un terror lo hizo encogerse, no se atrevía a voltear, pero por el espejo retrovisor pudo ver a una mujer con la cabeza calva como una calavera, de ojos saltones y grueso mentón respirando contra su oreja.

Ezequiel aceleró a fondo a través de la oscuridad mientras el espectro que se abrazaba a su cuerpo, durante un momento creyó que iba a perder el control del vehículo a causa del pánico. Adelante la luz de una gasolinera empezó a extenderse y a menos de quinientos metros, pudo sentir como si la aparición se cayera de la moto.
Se detuvo en el lugar  a tomas aire y reponerse. Cuando estaba apunto de partir, uno de los empelados le dijo:

-No creo que quiera continuar esta noche, los conductores cuentan historias muy extrañas sobre esa carretera. 

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