miércoles, 16 de julio de 2014

Día 166: Madre.


¿De que esta hecha una madre? Definitivamente de un material muy especial, para nada ordinario. Una madre tiene en su centro un gran motor indetenible, que consume poca energía pero mueve montañas; tienes manos de paloma que revolotean por los aires en silencio, que acarician con gracia y tocan de manera sanadora.
Las madres tienen voz de soprano, cantan como canarios y siempre encuentras, aún en medio del silencio las palabras adecuadas. Tiene brazos fuertes, que envuelven y protegen; pero a la vez son suaves, permitiendo a sus seres amados dormir cómodamente entre ellos. Sus piernas son columnas, que soportan todo el peso de su estructura y gran parte del peso del mundo, son potentes pistones que las impulsan siempre hacia a delante sin dejarlas retroceder jamás.
Las madres parecen estar hechas de ilusiones, digo parecen porque muchas de las ilusiones que las mantienen a flote no son suyas, sino de sus hijos. Están hechas de música a media noche, de café tibio en las mañanas, de mantas en las noches de lluvia, de abrazos en las horas de miedo, de lágrimas y valor en los momentos de angustia.
Tiene el increíble don de prever con certeza el futuro y aún así esperarlo pacientemente, pueden sanar aun estando rotas, reír en medio del llanto y sentirse realizadas cuando es sólo el comienzo. Pueden amar a alguien sin conocerlo y seguirlo amando aun después de conocer sus  defectos. Estas hechas de desilusión y esperanza, de determinación y fatiga.

El verdadero material debe estar forjado al fuego lento y constante del amor, moldeado con la constancia de las caricias y lustrado con abrazos y besos infantiles. Pero sea cual sea el material, debe ser mágico, pues tantas virtudes no provienen de un humano cualquiera. 

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