Él no dejaba de ver sus ojos en el
mar tras la tormenta,
Sus labios en el capullo de las
rosas
Sus manos en las risas de los niños
Su risa en la mirada de los perros
Su cabello en el viento de la tarde
Sus dientes en las estrellas
Su nariz en la luna llena
Sus pechos en una bandada de aves
que volaban hacia el sol
Sus caderas en el pasamano de la
escalera
Sus pies contra la ventana cerrada.
Él no podía dejar de verla a ella
Así que una noche en la que su nariz
brillaba como un sol pálido
Se deslizo en el callejón junto a su
casa
Y sus dejar de ver un solo segundo
el cuerpo de ella
Dibujo el graffiti de su alma en la
pared.
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