-¡¿Y qué he
hecho yo para merecerme tu odio?! –Su voz se elevaba por sobre los testigos y la corte mientras
los jurados la multitud de observaba atónita –Ya ni siquiera soy digno de tu
mirada. Sólo busco tu aprobación, mi lugar en tu hogar. Sólo quiero que ames.
-¿Qué te amé?
Si te he dado todo lo que has necesitado, te permitido vivir a mi lado,
disfrutar de mis dones. He compartido mi riqueza y prosperidad contigo –Su ira
se hacía palpable, como una ola de calor que se extendía impulsada por cada
palabra –Yo te amado cuanto he podido, pero tú has elegido ser codicioso y te
has entregado a los celos destruyendo mis sueños.
-Estas tan
ciego que no puedes ver que te han timado, esos sueños te han destruido. Ya no
tienes el mismo brillo en tus ojos, tu sonrisa se ha apagado y tu alegría está
ausente –Gruesas lagrimas caían por su rostro, algunas por pena, otras por
furia. Era tan injusto que todos sus esfuerzos los hubieran alejado. –Mírame a
los ojos: soy como tú. Casi como tu sombra ¿Quién más para hacerte feliz?
El sonido de
un mazo cayó con la fuerza de un relámpago, haciendo callar a todos en la
habitación. El equipo de jueces deliberó durante un largo tiempo, por momentos
la discusión se tornaba acalorada y amenazaba con estallar en alguna pelea que
traspasara las palabras.
Finalmente
la decisión fue tomada, el transgresor fue hallado culpable de atentar contra
la creación y fue condenado a prisión, al interior de una densa estrella que bullía
en medio de la oscuridad. La única pista
que tuvieron los humanos del castigo otorgado a su mas grande enemigo; fue una
estrella fugaz que se alejaba rápidamente del firmamento terrestre.
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