Era
un apartamento pequeño, “una caja de fósforos” había pensado Danny, pero después
de múltiples cotizaciones, ese era el único apartamento que se adaptaba a su
presupuesto. Con resignación firmo el contrato de arrendamiento de un año, con
el firme propósito de no pasar un solo segundo extra en aquel reducido lugar.
Desde
afuera se veía aun más pequeño: una diminuta sala donde sólo cabían una silla y
la tv. Con una minúscula cocina que sólo podía contener una vajilla de dos
puestos. Una habitación donde la cama ocupaba 95% del espacio y un baño en el
que no podía estirar las piernas. La tarde se extendía desde el rio hasta el
lateral del camión de mudanzas. Danny miraba pensativo como iba a acomodar sus
cosas el interior del apartamento. Por el rabillo del ojo le pareció ver a
alguien la ventana de su nuevo hogar, pero desapareció en un parpadeo; levantó
los hombros con indiferencia, fue una simple ilusión creada por las sombras
atrapadas en el pequeño lugar. Al interior, dos figuras de humo blanco
observaban curiosas como el camión era vaciado.
-¿Quién
es ese? –Preguntó la figura baja, con apariencia de niña.
-Es
sólo un visitante, no estará mucho tiempo en casa –Dijo la figura similar a un
hombre tuerto –Me asegurare de eso personalmente.
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