miércoles, 5 de noviembre de 2014

Día 274: Amanecer.




Corría rápido entre las sombras frías y húmedas de la ciudad, pateando algunos tarros de basura que quedaron de la última noche. Algunos charcos malolientes y espesos se agitaban bajo el peso de sus pisadas desesperadas que enmarcaban la carrera en la cual se había envuelto.
Algunas aves emergían de las cornisas de los edificios más altos lanzando trinos agudos y breves al aire fresco que empezaba a  calentarse en el horizonte. Mientras tanto el hombre continuaba corriendo a través de la oscuridad cada vez más estrecha y diluida. Había sido descuidado con la hora de comer, ya hora estaba demasiado lleno para escapar de manera rápida: era inevitable.
Cuando terminó de amanecer, y los rayos de sol cubrieron toda la ciudad, el vampiro se vio reducido a un montón de cenizas esparcidas por el viento.

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