Las nubes rodeaban una porción de firmamento, creando la ilusión de un gran
lago rodeado por neblina sobre las montañas, un trozo de nimbo se soltó, instaurando
una pequeña isla en medio del charco celestial. El piloto volaba a cientos de kilómetros
por hora, pero la extensión y la tranquilidad le daban la sensación de estar inmóvil
flotando en una burbuja a merced de la brisa veraniega que agitaba el cabello
de los niños que jugaban abajo, en la tierra.
El sol se deslizaba, como una gran canica víctima de la gravedad que rodaba
por los bordes escarpados de las montañas. Dirigió su mirada hacia la derecha:
una gran ciudad se veía reducida a algunas líneas torcidas que vibraban presa
de la gran agitación humana que tenía lugar entre ellas; un gran río parecía
ser una gota viajera que empujaba perezosamente granos de arena a su paso y los
arboles no eran más que manchas de musgo esparcidos de manera aleatoria sobre
la superficie de la tierra.
Abajo, una multitud se reunía para ver como un extraño objeto en forma de
platillo contemplaba el paisaje antes de desaparecer volando en zigzag
hacía un cumulo de nubes en forme de
lago.
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