martes, 6 de enero de 2015

Día 335: Piloto.


Las nubes rodeaban una porción de firmamento, creando la ilusión de un gran lago rodeado por neblina sobre las montañas, un trozo de nimbo se soltó, instaurando una pequeña isla en medio del charco celestial. El piloto volaba a cientos de kilómetros por hora, pero la extensión y la tranquilidad le daban la sensación de estar inmóvil flotando en una burbuja a merced de la brisa veraniega que agitaba el cabello de los niños que jugaban abajo, en la tierra.
El sol se deslizaba, como una gran canica víctima de la gravedad que rodaba por los bordes escarpados de las montañas. Dirigió su mirada hacia la derecha: una gran ciudad se veía reducida a algunas líneas torcidas que vibraban presa de la gran agitación humana que tenía lugar entre ellas; un gran río parecía ser una gota viajera que empujaba perezosamente granos de arena a su paso y los arboles no eran más que manchas de musgo esparcidos de manera aleatoria sobre la superficie de la tierra.

Abajo, una multitud se reunía para ver como un extraño objeto en forma de platillo contemplaba el paisaje antes de desaparecer volando en zigzag hacía  un cumulo de nubes en forme de lago.  

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